El Capi, Vásquez y la hamburguesa
AARÓN
Corría con la respiración entrecortada.
Solo.
A través de la oscuridad.
El suelo temblaba bajo mis pies y el abrigo me pesaba mucho, tanto que me lo quité y lo tiré a un lado. Tenía el rostro perlado del sudor. Las paredes del túnel se oían agrietarse, al igual que el techo por encima de mi cabeza.
Debía salir, debía ser al menos el único en sobrevivir. No entendía cómo hasta hacía menos de unos minutos todo estaba muy tranquilo y mi único problema era buscar un hueco por el que salir a la superficie y, ahora, el túnel se derrumbaba a mi alrededor.
¿Qué había pasado? No tenía ni idea, pero de lo que sí estaba seguro era de que había algo que no cuadraba con el aquel viejo que nos había hecho entrar a los túneles de Caín y que todo parecía apuntar a una trampa en la que habíamos caído como idiotas.
- Eres el pequeño, cabes por lo huecos, tú tienes más probabilidades de sobrevivir- jadeé con voz de falsete. Me agaché y salté tirándome al suelo cuando un trozo de techo casi cayó sobre mí.
Sí, esa había sido la razón por la que me habían enviado a mí a buscar una salida. Solo habíamos encontrado un túnel que no llevara a un templo y era tan pequeño y estrecho que yo era el único que cabía por él. Nos habíamos dado cuenta de que debíamos salir de allí cuanto antes, así que me mandaron a buscar ayuda.
Ladeé mi cabeza e hice mi cuello crujir.
- Bien, pues el pequeño saldrá de aquí y los salvará a todos- murmuré. Me dolían las piernas de haber estado tanto tiempo corriendo, andando y esquivando cosas estos días, pero hice un gran esfuerzo y elevé mis brazos, con las palmas de mis manos hacia arriba.
El agua salió disparada a una potencia terrorífica, llevándose el techo débil hacia arriba y haciendo un gran agujero por encima de mi cabeza. La luz del sol entró y tuve que entrecerrar los ojos para no hacerme daño en ellos.
Invoqué agua bajo mis pies que me impulsó hacia el cielo, atravesando el agujero, justo cuando el túnel se vino abajo. Caí estrepitosamente contra el suelo de la superficie y rodé como una croqueta hasta chocar contra las ruedas de un coche.
Un dolor agudo se extendió por mi antebrazo y pegué un grito, haciéndome un ovillo e intentando mover lo menos posible aquel brazo...
Me lo había roto.
Solté en voz alta unas cuantas palabras malsonantes que no le habrían gustado nada a Tobías y tosí. De repente, todo lo que había intentado esconder salió a la luz. Las lágrimas corrieron sobre mis mejillas, en silencio. El dolor que sentía en el pecho era mayor que en el brazo.
Llevaba muchas semanas manteniéndome sereno e intentando guardar la cordura, pero se me estaba haciendo imposible. No era de roca, no podía soportarlo más.
Me quedé allí tirado, desahogándome, al menos en un momento de relajación. Aunque el antebrazo me ardía y dolía como si me lo estuviera pisoteado un elefante.
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QUIEN HACE CRECER LAS FLORES || TERMINADA
FantasíaCuatro estaciones. Cuatro elementos de la naturaleza. Un mundo contaminado y una humanidad en vías de extinción. Un ser misterioso que se esconde tras las sombras. El reloj gira en dirección contraria y se acaba el tiempo, pero ¿son ellos los que e...