Capítulo 5

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De manera repentina, una luz refulgente comenzó a causar una molestia en mis ojos, que no tardaron en abrirse. Ante ello, los froté con suavidad, para luego estirar mis brazos, a la vez que soltaba un insonoro bostezo. Posteriormente, dirigí mi mirada hacia la gran ventana, que ya no era la que acostumbraba a ver cada mañana, donde hallé a una joven que intentaba atar cada cortina hacia su respectivo lado.

Cayendo en la amarga realidad, di un suspiro y me levanté de la enorme cama.

Ojalá haber llegado allí hubiera sido sólo un mal sueño.

—Buenos días, Su Alteza —la muchacha que había visto segundos antes se encontraba frente a mí, haciendo una reverencia—. Mi nombre es Hyeri y soy la hija del Conde de Ynita. Seré su Dama de Compañía de ahora en adelante, a pedido de Su Majestad. Estaré aquí para acompañarle y ayudarle en todo lo que necesite, así que recuerde que puede confiar en mí.

—Muchas gracias... —le dije, dándole una sonrisa sin mostrar los dientes.

Ella, viéndose muy alegre, caminó hacia mí cargando un tazón de agua.

—Aquí le traje esto para que lave su rostro —musitó, al mismo tiempo que dejaba dicho objeto sobre la mesa de noche a mi lado.

Luego de su aviso, acerqué mi cara hacia el tazón y la mojé, fregándola de modo cuidadoso con mis manos. Después, tomé el pañuelo blanco que la nueva Dama de Compañía me había estirado, y pasé a secar cada una de mis facciones con él. Posterior a ello, y ya sintiéndome más despierta, avancé hacia dos criadas, quienes me esperaban en una de las esquinas de la habitación para poder ayudarme a vestirme.

Mientras las jóvenes colaboraban en el cambio de prendas, no pude evitar acordarme de Jinha. Si bien no había sido mi Dama de Compañía debido a su estatus social, ella había actuado como esa persona en la cual podía confiar de forma plena. Y, honestamente, era algo extraño haber dejado de tenerla de forma constante a mi alrededor; lo cual me hacía sentir tan vacía hasta llegar al punto de pensar que me hubiera gustado llevarla conmigo a Nyati.

No obstante, hacer algo así era sinónimo de condenarla a un posible destino que no merecía en absoluto.

Entonces, en aquel momento, supuse que no contaba con otra opción más que con la de aceptar la compañía y el servicio de Hyeri. Sin embargo, no sabía qué tanto podía creer en ella, puesto a que había sido seleccionada por el mismísimo Seonghwa; por ende, tal vez era alguien que traía algo entre manos por orden de Su Majestad.

Frente a mis alborotados pensamientos, largué otro suspiro lleno de frustración.

Era triste pensar que, en ese lugar, sólo podía depositar mi confianza en mí misma.

—Su desayuno ya está listo, así que podemos bajar, pero lamentablemente Su Majestad no podrá acompañarle esta vez —anunció la castaña, analizándome por medio del espejo de cuerpo completo que me enfrentaba.

Uff, sí, no se imagina qué pena tan grande es...

Sin decir nada más al respecto, ambas nos dirigimos hacia el Comedor Real, en donde el Mayordomo Choi y algunos guardias se encontraban de pie, esperando por mi llegada. Allí, luego de saludar a los presentes, empecé a ingerir los alimentos preparados por el Jefe de Cocina, tratando de terminar más rápido de lo normal; puesto a que me incomodaba que todos ellos estuvieran a mi alrededor tan estáticos, ya sea observándome de reojo o simplemente fijando su mirada en la pared vacía que tenían delante de sí.

Finalmente, una vez que acabé de comer, salí de aquel sofocante espacio con Hyeri casi pisándome los talones.

—Su Alteza, ¿qué es lo que desea hacer?

INFAMOUS | park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora