Capítulo 31

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Supuse que tanto el Jefe de Cocina como el Mayordomo se habían hecho una posible idea de cuál iba a ser mi reacción frente a tal declaración, dado a que mi expresión de puro asombro llevó a que inmediatamente los dos conectaran miradas de obviedad entre sí; después de todo, ¿de qué otra forma podía sentirme ante una revelación tan inesperada de su parte?

Porque, para mí, aquella afirmación había sonado completamente disparatada: no importaba desde qué punto de vista analizara la situación ya que, mientras recapitulaba cada suceso relacionado a Lady Hyeri, no lograba encontrar algún tipo de fundamento válido que apoyara lo que el joven de cabellos rubios había soltado con cierta tranquilidad, la cual me hacía pensar que para él lo dicho era un hecho, aunque mediante sus palabras intentó dar a entender que no era más que una deducción de la que no estaba seguro.

—No creo que esté en lo correcto —fue lo que pronuncié, luego de mantenerme por casi un minuto en silencio—. Es imposible que lo esté.

El castaño, que todavía estaba descansando su espalda sobre uno de los muebles de la Biblioteca Real, expulsó un suspiro pesado, a la vez que volvía a cruzar los brazos y cerraba sus ojos con lentitud por unos cuantos segundos.

—Que su Dama de Compañía estuvo enamorada de Su Majestad es una realidad que ninguno de los que vivimos aquí hace años puede negar —pasó a establecer por lo bajo—. Pero que eso haya sido motivo para que esté del lado de Kim Hongjoong es algo que sí podríamos poner en duda, pues es una simple suposición.

Apreté los labios, al mismo tiempo que reflexionaba sobre cómo podía formular la pregunta que tenía en mente, sin hacerme ver más entrometida de lo que ya iba a parecer.

—¿Y ustedes cómo están tan convencidos de ello? ¿Acaso ella se los confesó?

Wooyoung sacudió la cabeza en cuanto terminé de hablar.

—Nos enteramos por medio de Su Majestad. Durante tres o cuatro años, él nos tuvo al tanto de cada ocasión en la que ella trató de insinuársele. Y créame, fueron bastantes intentos —procedió a responder entre susurros, como si la presencia de la muchacha hubiera estado en la cercanía, cuando aún se hallaba en el Jardín Real—. Sin embargo, él jamás le prestó atención de ese modo, no sólo porque la quería como a una hermana menor, sino también porque en aquellos momentos ya estaba enredado en alguna que otra relación efímera.

Al oír la última oración que salió de su boca, no tardé en elevar las cejas, lo que produjo que ambos veinteañeros hicieran la misma mueca de incomodidad y empezaran a entrar en una notable crisis.

—Relaciones demasiado efímeras y de poca importancia —aclaró rápidamente el hombre de hoyuelos, con el fin de tapar la tumba que su mejor amigo había comenzado a cavar.

—Y con chicas que ya no viven en este reino desde entonces —añadió el chef, mientras amagaba a ponerse de rodillas—. Lo juro por mi vida y por-

—Tranquilos... confío en que no me están mintiendo —interrumpí el extenso discurso que se avecinaba por parte del dúo, haciendo lo posible para sonar seria y serena, pese a que por dentro estaba a punto de estallar de la risa—. No me preocupa el pasado amoroso de Su Majestad y, de hecho, sólo me están dando más motivos para que me aferre a mi teoría.

Wooyoung me observaba con una gran confusión en su rostro, a la vez que se volvía a poner de pie gracias a que lo había tomado de la mano y ejercido fuerza para levantarlo con cuidado; San, por otra parte, había inclinado su cabeza hacia la izquierda, con una pizca de curiosidad que destacaba en su expresión facial.

—Sé que lo que voy a decir puede que no tenga sentido para ustedes —inicié mi explicación con calma, al mismo tiempo que regresaba a sentarme junto a uno de los numerosos escritorios de la biblioteca—, pero para mí tampoco tiene sentido lo que están planteando.

INFAMOUS | park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora