INFAMOUS | park seonghwa

Capítulo 35

Mis ojos estaban demasiado aguados como para poder haber contado con una idea clara de lo que estaba ocurriendo a nuestros alrededores. Lo único que sabía era que San y Wooyoung estaban llevándome con delicadeza por los brazos, mientras las lágrimas continuaban cayendo silenciosamente por mis mejillas, mi garganta sentía un nudo doloroso y mi pecho notaba una presión asfixiante sobre él. Estaba segura de que mi repentina incapacidad para emitir sonido había sido algo que ambos muchachos habían agradecido momentáneamente ya que, si no hubiera estado en shock por lo que tan sólo minutos antes había acontecido, habría estado atravesando una terrible crisis emocional que podría habernos costado la vida, puesto que algún caballero del Reino de Sionillu nos habría descubierto de manera eventual.

Cuando mis pies fueron apoyados sobre un suelo firme, caí en cuenta de que probablemente habíamos llegado al lugar seguro al que Seonghwa nos había indicado dirigirnos antes de que el caos iniciara: el Palacio de Nyati. Percibí cómo el Mayordomo Choi y el Jefe de Cocina Jung me hacían sentar sobre una silla aterciopelada, que seguro pertenecía al área del Comedor Real, a la vez que oía varios suspiros de alivio y pasos apresurados de individuos que se iban acercando hacia donde me encontraba. Sin embargo, mi cabeza todavía estaba repleta de pensamientos agobiantes que luchaban entre sí para determinar cuál era el que podía generarme más daño y, por ende, mi mirada seguía perdida en algún punto de mi campo de visión que ni siquiera era capaz de definir.

—Su Majestad, ya estamos a salvo —me percaté de cómo el joven de hoyuelos se ponía de cuclillas frente a mí—. Por favor, míreme...

Aunque un fuerte enfrentamiento entre los sentimientos de culpa y de inocencia se desarrollaba en mis interiores, ejercí mi mayor esfuerzo para lograr huir de ellos y poner mi atención sobre San, quien cargaba una cantidad inconmensurable de pena en sus ojos.

—Lady Hyeri... —susurré con la voz casi quebrada—. Yo-

—Usted no es responsable de lo que pasó allí afuera —el castaño me interrumpió de inmediato, para después extraer de su bolsillo un suave pañuelo blanco, el cual procedió a utilizar para secar las gotas saladas que aún se deslizaban por mi rostro—. Ella misma decidió involucrarse con Hongjoong y su gente, sabiendo durante años que no son exactamente las personas más confiables. 

—Pero si yo no hubiera escapado, ella seguiría con vida —le contesté, al mismo tiempo que intentaba recomponerme a mí misma, acomodándose mejor en mi asiento y sorbiendo con cuidado la nariz.

—Y si usted no hubiera escapado, no estaría aquí como Su Majestad lo deseaba —estableció el súbdito, alejando el pedazo de tela de mi cara—. Las decisiones que Lady Hyeri estuvo tomando la llevaron a tenerla a usted como rehén y a relacionarse con Kang Yeosang. Escribió su propio destino, y si nosotros hubiéramos contado con la responsabilidad de hacer algo para cambiarlo, no nos hubiéramos enterado de la verdad cuando ya era demasiado tarde. Así que no es su culpa, ni la del Jefe de Cocina, ni la mía, aunque el hecho pueda llegar a afectarnos de una forma u otra.

Al finalizar sus palabras, el veinteañero suspiró, para luego ponerse de pie de nuevo.

—Lo que importa es que todos estamos a salvo —pronunció con seguridad, lo que me obligó a analizar el salón y, como consecuencia, a notar que un gran número de nobles y siervos se hallaba allí, viéndome con consternación a metros de donde estaba descansando.

—¿En serio todos están aquí? —interrogué con ilusión y, a pesar de que traía tanta angustia encima, estiré las comisuras de mis labios con ligereza.

Wooyoung asintió suavemente con su cabeza y pasó a posicionarse a un lado de su mejor amigo, quien fijó su mirada sobre él.

—Todos, tal como Su Majestad lo había planeado —decidió replicar, dejando que una sonrisa esperanzadora se formara en su rostro—. Saldremos de ésta como él lo había previsto.