Capítulo 33

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Aquella mañana de diciembre, un ostentoso y delicado vestido color rosa viejo era sostenido por Lady Hyeri, quien trataba de exhibírmelo con orgullo, mientras sonreía de oreja a oreja de una manera un tanto inquietante.

—¡Sorpresa! —exclamó la castaña, en lo que varias sirvientas se acercaban a ella para ayudarla a depositar la inmensa prenda sobre mi cama—. Éste será el magnífico vestuario que la acompañará en esta fecha tan especial. Espero que sea de su agrado.

Ante sus repentinas palabras, estiré las comisuras de mis labios con incomodidad.

—Me encanta, es... precioso —repliqué honestamente, aunque la tensión que me acechaba en ese preciso momento no me permitía admirar el atuendo de forma adecuada: en una situación diferente, quizás, mis ojos se habrían iluminado en demasía y habría incentivado a algunas criadas a que se lo probaran en secreto; sin embargo, una potencial enemiga estaba junto a nosotras y el evento que se iba a desarrollar aquel día no era algo que me entusiasmaba realmente—. Muchas gracias por su esfuerzo, Lady Hyeri.

—Por nada, Su Majestad —procedió a pronunciar la muchacha, a la vez que cruzaba los brazos sobre su pecho de modo egocéntrico—. Lo mandé a preparar teniendo en cuenta lo que podría favorecerle más físicamente y considero que no fallé en el intento.

Opté por no decir más al respecto, puesto que Lady Eunah, quien había sido una de las damas de honor en mis nupcias, había terminado de cepillar mi largo y lacio cabello, el cual recogió sólo por la mitad porque, de acuerdo con la mayoría de las mujeres presentes en esa habitación, lucía muy agraciada con tal peinado.

—Se ve hermosa, Su Majestad —no tardó en afirmar la noble, analizándome con dulzura—. Pero estoy segura de que con su nuevo vestido lo hará aún más.

En cuanto oyeron aquellos vocablos salir por su boca, dos súbditas tomaron dicho atuendo entre sus manos y colaboraron entre sí para poder colocármelo con sumo cuidado, durante lo que hice lo posible para facilitarles la engorrosa tarea. Ni bien acabaron de acomodarme diversas partes de la impecable vestimenta, me di la vuelta con el fin de observarme a mí misma en el gran espejo de mis aposentos, frente a lo que mi Dama de Compañía y su amiga más cercana jadearon: la combinación del corte corazón del vestido con sus mangas caídas resultaba en que mis hombros quedaran completamente descubiertos; no obstante, parte de mi cabello reposaba sobre ellos, lo que me daba una imagen que nunca antes había tratado de probar: parecía más atractiva, más madura, más poderosa.

—Tan dominante como la imaginaba... —Lady Hyeri rompió el silencio—. Está más que lista para recibir la corona.

Pude sentir una pizca de sarcasmo en su voz aguda, lo cual no me desconcertó en absoluto, ya que sabía muy bien a qué bando pertenecía verdaderamente; aun así, también fui capaz de notar que no había tenido la intención de vociferar sus pensamientos de esa manera, pues tragó con una evidente dificultad al terminar de hablar, lo que llamó mi atención de inmediato.

—Muchas gracias a todas por su gran trabajo —me incliné ante todas las jóvenes que me rodeaban, demostrando un agradecimiento equitativo tanto hacia las féminas de la nobleza como hacia las que pertenecían a la servidumbre—. ¿Saben en dónde se está arreglando Su Majestad?

—Está en el cuarto que se encuentra al final del pasillo —decidió contestar Lady Eunah con amabilidad—. ¿Necesita que hagamos algo por usted?

—No, no —negué al instante—. Es que tengo que charlar unos asuntos con él antes de la ceremonia, por lo que iré a visitarlo y regresaré en unos minutos. Espérenme aquí, por favor.

Sin titubear, caminé deliberadamente hacia las puertas de mi habitación y las abrí de par en par, para después avanzar a través del extenso corredor que, para mi suerte, se hallaba vacío en su totalidad. Continué mi trayecto a pasos rápidos, mientras luchaba con las desafortunadas complicaciones que me producían el pomposo vestido y los zapatos que traía puestos, para luego detenerme justo en frente de la habitación en la que Seonghwa aparentemente estaba cambiándose.

INFAMOUS | park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora