Capítulo 32

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La pronunciación de aquellos cuatro penosos vocablos había sido razón suficiente para que el muchacho de hoyuelos se apartara de mí con lentitud, pasando a ubicar sus manos enguantadas sobre mis brazos, a la vez que posaba su mirada penetrante en mí, la cual me comunicaba todo lo que pensaba con tan sólo observarla: su ceño ligeramente fruncido me transmitía lo consternado que estaba, mientras que sus labios en línea recta me daban a entender que tenía intenciones de decirme algo que realmente no sabía cómo expresar de forma correcta.

Le tomó casi dos minutos el poder encontrar las palabras que le dieran la seguridad necesaria para abrir la boca; dos minutos durante los cuales lo único que se oyó en la enorme y desierta habitación fueron mis suaves sollozos que todavía no tenía ni la más mínima idea de cómo controlar.

—Ésta también es su casa —fue lo que musitó con su característica voz dulce—. Nosotros también somos su familia.

Volví a dirigir mis ojos sobre él, que ya habían comenzado a lucir rojos e hinchados de manera ineludible; y él, al notar aquel embarazoso detalle, no tardó en regalarme una sonrisa amistosa y reconfortante que me obligó a poner nuevamente los pies sobre la tierra.

—Sé que lo que está ocurriendo es muy difícil —procedió a decir con firmeza—. La entiendo perfectamente porque ambos somos casi igual de jóvenes y es un hecho que muchas veces las personas de nuestra generación no están listas para enfrentar ciertas situaciones, sobre todo una muchacha como usted que ha pasado su vida entera disfrutando de un privilegio pleno.

》Lamento tener que darle la bienvenida a la realidad, la cual puede ser tan bella y pacífica como también tan dura e infernal. Todos vivimos realidades distintas, pero le aseguro que coincidimos en que ninguno tiene la suerte de experimentar una que sea perfecta; y si lo hacemos, eventualmente terminamos colisionando con diversos problemas, problemas que por instinto nos incentivan a huir a un lugar seguro para hallar la felicidad y tranquilidad que precisamos.

Debía admitir que me había sorprendido el modo en que rápidamente había comprendido cómo me sentía en mis interiores, qué estaba transitando por mi cabeza, y por qué había confesado lo que había confesado: o él me conocía más de lo que creía, o yo había sido demasiado evidente de alguna manera en particular.

—Sé que en cuestión de meses usted ha pasado por diferentes adversidades, como lo de mudarse lejos de su familia, lo del conflicto con el Príncipe de Tepira, y lo de que Su Majestad está literalmente arriesgando su vida para poder salvar a su reino —continuó hablando, aún por lo bajo—. Pero si hay algo que aprendí hace algunos años, habiendo ya perdido a mi padre, es que lo malo no dura para siempre. Así que me gustaría que recordara que todo va a estar bien, que jamás está sola, y que nunca es tarde para reunir confianza y fuerza.

El hombre de cabello castaño se volvió a poner de pie, para posteriormente caminar con deliberación hacia mi mesita de noche y tomar entre sus extremidades superiores el recipiente de agua tibia que allí se encontraba, el cual depositó con sumo cuidado sobre mis muslos para que pudiera refrescar mi rostro luego de la extensa sesión de llanto que había protagonizado.

—Sé que estas palabras no son sencillas de digerir en este momento, ya que los humanos tendemos a enfocarnos más en lo negativo que en lo positivo. Sin embargo, le aseguro que sus preocupaciones, o al menos las que conozco, no durarán por mucho más tiempo: Su Majestad regresará pronto, usted podrá ver a su familia en cuanto la situación actual se estabilice, y Su Alteza la buscará cuando se sienta mejor, pues creo que no existe individuo en este mundo que sea capaz sacarla de su vida. Usted es indescriptiblemente única.

Mojé y lavé mi cara con cautela, intentando quitar toda la tristeza que se había hecho visible en ella. Al levantar mi vista, San me esperaba con paciencia, mientras sostenía una pequeña toalla que me acercó ni bien se dio cuenta de que había terminado con mi tarea.

INFAMOUS | park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora