Capítulo 8

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Supuse que, después de todo, me la había buscado.

Sin embargo, había tenido mis motivos, y los consideraba totalmente válidos. Sabía que, si regresaba a Tidesny con permiso, no habría tenido la misma libertad para circular; no habría contado con la privacidad necesaria para preguntar sobre el Rey; y los pueblerinos tampoco me habrían dicho la verdad sobre cómo era vivir en aquel lugar. Y, en teoría, había obtenido algunas respuestas al respecto: de acuerdo a una de las habitantes del pueblo, Seonghwa sí había asesinado a su propia familia para poder llegar al trono; el Reino de Nyati estaba en guerra con el Reino de Sionillu; y había una persona que podía ser capaz de salvar al país, pero que aún no había vuelto a dicho territorio.

No obstante, ¿de qué me servía toda esa información en ese momento, si ya me encontraba acorralada por el mismísimo Rey de Nyati, quien me había descubierto durante mi breve huida?

—Súbase —ordenó el pelinegro, estirando su mano derecha hacia mí.

Todavía me hallaba en silencio. Desde que me había atrapado, no había pronunciado ni una sola palabra, ni movido alguna parte de mi cuerpo. Simplemente había fijado mi mirada en la suya, manteniéndome estática, mientras imaginaba las distintas formas en las que mi consorte podía terminar con mi vida en ese preciso instante. Sí, estaba tan asustada, que mis pensamientos eran disparatados y extremistas, aunque no estaba tan errada en ello: él, sin duda alguna, era peligroso y despiadado.

Lo vi sacudir su extremidad para que le prestara atención. Entonces fue allí cuando, aún atemorizada, reaccioné y la tomé; para después poner uno de mis pies en el estribo de la montura, elevar mi otra pierna y sentarme detrás de él sobre aquel imponente caballo negro.

Luego, el joven instó al animal a que avanzara lentamente a través de aquella calle de tierra que llevaba al palacio, la cual estaba rodeada por un enorme bosque que no era muy de mi agrado. Yo, por mi parte, intentaba recobrar las energías para pretender que no me hallaba intimidada.

—¿Cómo me encontró? —me atreví a cuestionarle con voz firme.

—Era la única persona que estaba corriendo entre los habitantes —replicó con tranquilidad, y yo quise darme un golpe fuerte en la cara—. Al ver a alguien escapando, supuse que había robado algo o que había cometido algún tipo de delito. Pero me llevé una sorpresa al darme cuenta de que era usted.

Me sostuve de la silla de montar con más fuerza, a la vez que tragaba saliva con dificultad.

—La vida está llena de sorpresas, ¿no cree, Su Majestad?

Había comenzado a decir estupideces.

—Lo creo. Y generalmente no cuestiono las cosas inesperadas que suceden, pero en esta ocasión en particular me gustaría saber por qué la Reina consorte, vestida de pueblerina, huyó del palacio para estar en Tidesny.

Allí estaba, como ya anticipaba, el tono irónico presente en su hablar.

—No podía salir del palacio y el encierro me estaba abrumando. Sólo quería respirar aire puro y conocer cómo era el pueblo principal de Nyati —admití, aunque oculté la razón más relevante.

—Entonces desobedeció una orden sólo por eso... —estableció burlón, y dentro de mí comenzaron a surgir sentimientos de enfado.

¿Acaso esos motivos le parecían poca cosa? ¡Había estado privándome de mi libertad!

—Exactamente, así que dígame, ¿qué va a hacer conmigo al respecto? —le interrogué desafiante, ante lo que él detuvo el recorrido del caballo.

Genial, ya lo había provocado. Me iba a decapitar en el medio del bosque.

INFAMOUS | park seonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora