Seonghwa caminaba desde un extremo de la Cocina Real hacia el otro, mientras arrastraba los dedos de su mano derecha sobre su boca reiteradas veces, con un evidente nerviosismo que comenzaba a percibirse en el ambiente que nos rodeaba. Sus dos jóvenes súbditos lo observaban con sigilo, apoyados contra el mesón, a la vez que yo lo analizaba desde la silla de madera sobre la que me hallaba sentada, aunque sintiéndome bastante inquieta debido a lo que estaba ocurriendo en ese momento.
—Esto es grave —por fin vociferó el monarca, luego de unos largos minutos en los que únicamente habíamos estado escuchando sus pasos firmes—. Lady Hyeri lo sabe todo porque la consideraba confiable junto con ustedes.
—Entonces Hongjoong debe estar enterado de cada uno de tus movimientos —continuó Wooyoung—. Es probable que sepa del tamaño de nuestro nuevo Ejército Real, del propósito de tu matrimonio, de los detalles de la Coronación y de los planes que llevabas ideando desde que intuías que ibas a terminar tomando el trono.
—Y por eso no ha actuado durante meses —afirmó mi consorte, al mismo tiempo que una expresión de preocupación aparecía en su cara—. Sabía cuál era mi objetivo al casarme y me hizo creer que lo había logrado para que bajara la guardia, cuando en realidad él estaba siendo informado con frecuencia y, quizás, planificando sus estrategias en base a ello.
Al muchacho de cabellos negros parecía no interesarle tanto el hecho de que estuviera presente durante aquella conversación intensa, incluso cuando pensaba que yo desconocía quién era su medio hermano y que no comprendía nada de la conversación: todavía no le había confesado que, semanas atrás, el Mayordomo me había contado una gran parte de la verdad sobre él y que, como resultado, entendía lo que estaban hablando a la perfección, además de que había empezado a conectar algunos otros puntos relevantes.
—Nos encontramos en una situación de suma vulnerabilidad —siguió el joven de ojos grises, obligándome a escapar de mis profundas cavilaciones—. Y no me refiero exclusivamente a ustedes y a mí, sino también a todas las personas que conforman esta nación y que se hallan entre los muros que la rodean. Este problema les podría costar la vida a muchos... y no puedo dejar que algo así suceda de nuevo.
—¿Y qué haremos? —cuestionó San, visiblemente consternado—. ¿Iniciaremos un juicio en contra de Lady Hyeri? ¿O la expulsaremos del reino sin más?
Mientras un silencio estresante volvía a dominar la habitación en la que estábamos, una posible idea terminaba de maquinarse en mi mente. Miré con cautela a los tres individuos que me acompañaban en aquel espacio y estudié las expresiones en sus rostros: ninguno parecía estar lo suficientemente seguro como para contestar la interrogante que uno de ellos había planteado, y dichas reacciones de su parte eran más que entendibles ya que, en ese entonces, estaban experimentando diversas emociones personales en relación a mi Dama de Compañía, las cuales impedían que pudieran llegar a una decisión concreta y sensata.
Aquellos sujetos estaban completamente abarrotados, y yo tomé esa oportunidad para poder exteriorizar la solución que, entre tanto debate, se me había ocurrido.
—No —espeté de repente, haciendo que los presentes pasaran a fijar su vista sobre mí—. Y disculpen que me entrometa en su asunto. Sé que ustedes se sienten traicionados, preocupados y ansiosos, pero no pueden ser impulsivos. Juzgarla o expulsarla no nos va a beneficiar.
—¿Y qué sugiere? —me preguntó el Jefe de Cocina, a la vez que elevaba una de sus cejas—. Ser juzgada y expulsada es lo que esa chica merece. Permitir que se quede sería como tener una amenaza constante deambulando entre nosotros.
Negué varias veces con la cabeza, al mismo tiempo que me levantaba del asiento en el que había estado a gusto por casi una hora entera.
—Está claro que ha hecho algo muy grave y que merece sufrir dichas consecuencias. De todos modos, castigarla ahora mismo conllevaría la posibilidad de que el hombre del que hablan enfurezca y decida actuar en nuestra contra después de tantos meses de calma. Aun así, creo que tengo una idea algo razonable.
ESTÁS LEYENDO
INFAMOUS | park seonghwa
FanfictionPara la Princesa de Werans, un matrimonio forzado con el temido heredero al trono de Nyati podía asegurar la protección de su reino... y el fin de su vida, también. seonghwaT__T | 2021-2024 ⚠️ Prohibida cualquier copia y/o adaptación