Capítulo uno.

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Me estiré sobre el retrete una vez más, vomitando todo lo que había ingerido en esa noche

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Me estiré sobre el retrete una vez más, vomitando todo lo que había ingerido en esa noche. La cabeza estaba a punto de estallarme y no podía ni siquiera abrir los ojos con facilidad.

Sentía a alguien tomándome el pelo en una coleta desde atrás, pero no podía distinguir si era Amy o Carly.

—¿Mejor?

Negué con la cabeza mientras me pasaba el dorso de la mano sobre la boca, limpiandome.

—Puag, no hagas eso, si acá tengo papel— me golpeo la mano para bajarla y con cuidado pasó un pedazo de papel higiénico sobre mi boca, sacando el resto de vómito.

Toda esa escena era un asco. Yo sentada en el piso, con las piernas dobladas hacia un lado y con la falda subida hasta el estómago, la boca sucia, el pelo pegado a los lados de mi rostro  y el retrete frente a mi lleno de toda la comida que había comido ese día.

—Debemos irnos. Llama a un taxi, Carly— habló la persona detrás de mí y supe en ese momento que se trataba de Amy, la cual estaba pasándome una mano sobre la frente—; Tengo miedo que se desmayo o algo.

La cabeza me peso por un momento y sentí como se me caía involuntariamente, pero mi amiga me tomo por la mandíbula y me ayudó a incorporarme. Con su mano libre cerró la tapa del escusado y tiró la cadena.

Me recoste sobre la tapa, apoyando la mejilla sobre esta. Tenía mucho sueño, demasiado, y no veía la hora de quedarme dormida para dejar de sentirme tan mal.

Nunca fui fan de beber, más que nada porque mi cuerpo no lo retenía del todo bien y la mayoría de veces terminaba así; vomitando.

—Ya viene en camino. Debemos bajar.

Fue lo último que escuche antes de sentir dos brazos en cada uno de los míos, ayudándome a poner de pie. Baje con dificultad las escaleras de la casa de Francisca, una ex-compañera de mi preparatoria que había decidido festejar aquella fiesta esa noche.

El viento de invierno me chocó la cara con ferocidad, volviendome a la realidad un momento. Vi solo un par de gente a mi alrededor hablando entre sí antes de encontrarme recostada en el asiento de un coche, con Amy a mi lado ayudándome a acomodar mis pies antes de subirse ella también. Carly iba adelante.

Creo que en el camino me dormí, porque de repente me encontré levantándome de golpe en mi cama para ir corriendo al baño de mi casa. Vomité de nuevo un buen rato, hasta que no quedó absolutamente nada más dentro de mi. Carly me baño con agua fría.

Agua fría. En invierno.

Creo que después de esa tortura había decidido no tomar más en mi vida.

—Tu padre llegará en cualquier momento, Samay— se quejo Carly enjuagando mi cara—; Si te ve así, te matara.

Asentí con los labios apretados y los ojos cerrados. Luego de esa pequeña ducha me ayudó a secarme y me puso mi pijama, que consistía en una remera negra gigante que me había heredado de mi padre y un pantalón de algodón color gris.

Si te perdono| Robert Pattinson. (Instagram #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora