Capítulo treintaiuno.

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Robert pov's

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Robert pov's.

Supongo que mi impresión de la primera vez de Samay pisando mi casa no era con ella casi inconsciente sobre la ventanilla de mi coche. Bueno, quizá solo este exagerando un poco. No esta desmayada, sólo dormida...muy dormida.

Con una mano en el volante estire la mano para abrir la guantera y agarre el pequeño botón que tenía para abrir el portón eléctrico de mi patio. Espere pacientemente a que este se abriera antes de acelerar de nuevo y oprimir otra vez el botón para que el portón se cerrara. Samay se removió incomoda en esos cincos minutos que me tomó adentrarme al patio delantero de mi casa.

Conduje por el pequeño camino marcado por las llantas de mi coche hasta la puerta del garaje. No lo estacione dentro, estaba un poco agotado y no veía la hora de sacar a Samay del auto y darle mucha agua de beber. Si vomitaba, mejor, así se quitaba toda esa mierda que había digerido del cuerpo.

—Sam, hemos llegado. Abre los ojos...

No los abrió, sólo los apretó con fuerza mientras se volvía a remover.

—Ya estamos en mi casa ¿puedes caminar?

Entreabrió los ojos un segundo mientras se estiraba y giraba el cuello para mirarme. Tenía las cejas fruncidas, como era costumbre este último tiempo.

—Ajam— fue lo único que respondió. Estire la mano para quitarle el cinturón de seguridad y apagué el motor del coche antes de bajarme. Di la vuelta al auto para abrir la puerta de Samay y ayudarla a bajarse, tambaleaba un poco más que antes y estaba un poco pálida. Suspire pesadamente mientras tomaba su móvil que dejó abandonado en el asiento y le rodeaba la cintura con una mano para que no se tropezara. 

Cerré la puerta con mi cadera. Guarde el móvil en el bolsillo de mi jean y la ayude a ponerse derecha. Estaba débil, joder.

Le tome el rostro con mi mano libre y le apreté las mejillas. Samay soltó un quejido desde su garganta e intento apartarme la mano de un golpe.

—Me haces mal, idiota.

—Perdona— dije—; ¿Te sientes bien?

Asintió mientras yo me dedicaba a quitarle los mechones que le cubrían la cara.

—Tengo sueño, Rob.

—Vamos a dormir— le sonreí mientras esta me devolvía una débil mirada. Deje un escaso beso en su mejilla antes de agacharme y pasarle mi otro brazo por debajo de sus rodillas. La cargué hasta la puerta de mi casa y me las arregle para abrir esta sin soltarla.

Unos ladridos inundaron la sala apenas puse un pie dentro de esta. Salude a Bear como pude y deje sentada a Samay en el sofá. La cabeza se le caía para un costado y solo bastaba con mirarla una vez para saber que se encontraba muy borracha. Fui a la cocina que estaba junto a la sala y llene un vaso de agua mineral para ella, con dos cubos de hielo.

Si te perdono| Robert Pattinson. (Instagram #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora