Capítulo veinticinco.

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Apreté las cejas cuando sentí un frío insoportable en todo el cuerpo

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Apreté las cejas cuando sentí un frío insoportable en todo el cuerpo. Me sorprendí cuando abrí los ojos y me encontré de pie, en medio de una habitación vacía.

Sólo había una ventana, con una reja de metal que evitaba poder pasar por ella. Me acerque sin saber que más hacer, pero no había nada al otro lado. Lo único que se podía apreciar era el color negro de la oscuridad.

—¿Hola?— di un brinco cuando escuche mi propia voz dentro de mi cabeza. Me di vuelta en busca de algo, cualquier cosa que me sacara de aquella confusión, pero en cambio sólo me encontré con una puerta de madera.

¿Dónde estaba? ¿que era todo esto?

Por una extraña razón el camino hasta aquella salida tomo más tiempo del normal. Sentía mis pies pesados, como si algo los retuviera desde atrás. Cuando llegué abrí de un tirón, lo único que me esperaba detrás de ella era un pasillo desolado, con miles de puertas cubiertas de cadenas y candados.

La respiración se me agito. Mire a todos lados, buscando alguna otra salida. El techo estaba cubierto de telas, no lo entendía, miles de telas de diferentes colores colgaban de él hasta llegar al suelo. Tuve que correrlas con los brazos para poder cruzar aquel pasillo, hasta llegar al final.

Y en final me esperaba otra puerta, una idéntica a la que acaba de cruzar hace unos momentos. Pero estaba estaba allí, esperando ser abierta por mi, sin ningún candado ni cadenas.

Tomé el picaporte, sintiendo como el material de este estaba tan congelado como un pedazo de hielo. Abrí la puerta con lentitud, sabiendo que algo malo estaba por pasar.

La respiración se me cortó cuando reconocí ese lugar, ese momento y esa situación. Me vi a mi misma en ese momento, llorando mientras me miraba a mi otra yo, la que se encontraba en la puerta. 

La espalda de aquel chico me dificultaba ver con claridad la situación, pero yo no necesitaba hacerlo, ya sabía que era lo que estaba pasando. Comencé a respirar aceleradamente, mientras sin siquiera pensarlo comencé a correr hasta aquel escritorio, pero mientras más pensaba que estaba a punto de llegar más se alejaban. 

Las lagrimas comenzaron a quemarme la piel cuando sentí un tirón en mi mano izquierda. Mire hacía atrás, viendo mi muñeca atrapada con una cadena. Tire y tire, pero era imposible soltarme. Y sin siquiera darme cuenta, cada una de mis extremidades sufrieron el mismo destino. 

Solté un grito que me dañó las cuerdas vocales. En mi mente cruzo la idea de simplemente dejarme ir, caer al vació, sobre el suelo que en ese momento comenzó a moverse como la superficie de una gelatina derretida. Me dejé caer hacía adelante con los ojos cerrados, sintiendo como esas cadenas que me retenían aflojaban su agarre y me dejaban irme.

De repente me senté sobre una superficie blanda, pero resistente. La respiración la tenía tan agitada que me dolía todo el pecho, y cuando mire a mi alrededor supe que estaba en el sofá. Me pase las manos por el pelo, cayendo en cuenta que todo había sido un sueño. Me toque la cara con los dedos, sintiendo mis mejillas húmedas.

Si te perdono| Robert Pattinson. (Instagram #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora