Segunda parte de Instagram.
Después de dos años de lo sucedido Samay decide tomarse un año sabático para poder decidir que carrera estudiar, pero en sus planes se mete su mejor amiga a cambiarle un poco el rumbo de sus ideas.
Unas vacaciones en Los...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si me hubiesen preguntado hace una semana que sería de mi día hoy, lo último que respondería sería hablando con mi estúpido ex mientras convivo con el mismo chico que hace solo unos días besaba como si mi vida dependiera de eso.
Myah y Daila seguían estando incómodas entre sí, y por ende no estaban en la misma habitación por más de cinco minutos. Cuando esa mañana me desperté por culpa de la alarma de mi móvil pude escuchar un silencio casi sepulcral por todo el piso, y eso era muy raro, demasiado diría yo.
No llevaba mucho tiempo "viviendo" allí, pero con solo esos pocos días me había bastado para confirmar que Myah, Daila y Chance eran las personas más ruidosas que había conocido en mi vida. Por eso mismo cuando me crucé a Myah en el pasillo mientras me dirigía al baño la tome del brazo para meterla conmigo.
Cerré la puerta con el pestillo y me crucé de brazos para intimidar un poco.
-¿Qué pasó con Daila?
Ya habían pasado dos días desde que ella se había besado con Daila y que yo también lo hacía con el hermano de la misma. Ah, y también que me hablaba con el mismo ex que me había puesto los cuernos como nunca nadie me los había puesto.
-Nada. No hablamos ni mucho menos, solo es todo muy incómodo. Pareciera como si no me quisiese ver la cara- respondió mientras se miraba las uñas y luego se metía los dedos en la boca para comérselas con nerviosismo-; ¿Y tú con Chance? ¿Y Robert?
-Tendrías que hablar con ella y aclarar las cosas...¿te gusta?
-No se...- se pasó las manos por el pelo-; No sé, te juro que no lo se. Es todo demasiado raro. Llevamos dos años solo siendo amigos y de la nada esto.
-Hablenlo, es lo mejor. No se hablan hace dos días, hasta yo me pongo incomoda.
Sonrió graciosa.
-No me has respondido a mi pregunta.
-Ah, con Chance nada, seguimos como siempre. Pero con Robert...- suspire mientras me giraba para tomar mi cepillo de dientes y echarle pasta dental encima-; Estuvimos hablando, pero muy poco. Hablamos por última vez ayer a la tarde, pero deje de responderle. Ni siquiera le abrí el chat.
-¿Por?
-No se. Se me hace muy extraño hablar con él, aún no lo perdono del todo...y tampoco es que este haciendo algo para que lo haga.
-Dale tiempo, Sam.
-¿Dos años no fueron suficientes?- dije antes de comenzar a cepillarme los dientes.
-Tu le dijiste que necesitabas que se vaya. Él lo aceptó.
-Iba a venir a verme, esa misma semana. Y en vez de venir de todas formas, lo cancelo.
-¿Y tú hubieras querido que se presente en tu casa a pesar de todo?
Suspire escupiendo en el lava manos. Tome un poco de agua y después me volví a girar hasta mi amiga.
-No lo sé...de todas formas no sucedió, así que no importa que hubiera querido.
Myah suspiro antes de mirar a la puerta.
-Deberíamos salir.
-Ve tú. Yo todavía me tengo que lavar la cara y peinarme.
-Okey. El desayuno está hecho. Chance hizo tortitas con licuado de frutillas.
Asentí mientras veía como sacaba la traba a la puerta y se iba. Yo hice lo que dije y quince minutos después ya estaba cruzando el pasillo nuevamente, pero esta vez con dirección a la cocina. Salude a todos mientras me sentaba en las butacas frente a la isla.
Cuando Chance me paso un plato con dos tortitas pude ver como Myah y Daila estaban tan quietas que parecían dos estatuas. Ninguna de las dos había emitido ni una palabra desde que llegué.
Me dedique a mirarlas de reojo, sintiendo su incomodidad, mientras me llevaba el tenedor a la boca. Las tortitas estaban exquisitas, debía admitirlo, así que no pude evitar girarme hacía Chance para regalarle una sonrisa sincera.
-Estan muy ricas ¿como las haces?
Este me devolvió la sonrisa aún con la boca llena antes de tragar y responderme.
-Algún día podría enseñarte.
Asentí mirando el plato.
-Me encantaría- ladeé mi cabeza a un lado-; Por cierto, hoy saldré.
Cuando mire a mis amigas pude observar como las dos había levantado la mirada para clavarlas en mi. Se notaba a millas de distancia que buscaban cualquiera excusa para no hablarse entre si.
-¿Dónde vas?- preguntó Myah.
-A caminar. Vi una librería hace poco aquí cerca, quiero ver si hay algun libro que me guste.
-¿Quieres que te acompañe?
Negué.
-No. Quiero ir sola.
Y así fue. Media hora después, vestida con unos vaqueros negros junto a un pullover y una campera de jean encima, estaba caminando por las transitadas calles de Los Ángeles. La librería estaba más cerca de lo que recordaba y mi humor subió cuando me di cuenta que había un bar junto a este.
Estuve bastante tiempo viendo libros de cualquier tipo hasta que por fin me decidí por uno de romance que tenía buena pinta. Luego de pagar fui al bar, que tenía una pinta vintage que me dio muy buenas vibras, y también es clave mencionar que todo el lugar olía a madera. Me senté en unas de las mesas del fondo y me pedí un café con leche y una dona de chocolate.
Y mientras esperaba tomé mi móvil. Vi por la barra de notificaciones los mensajes de Robert que aún no respondía, y siendo sincera, tampoco tenía intenciones de hacerlo. Cuando llegó mi orden solo me esforcé en sacarle una foto bonita a la mesa y publicarlo en mis historias de Instagram.
Ni siquiera había podido dar mi segundo sorbo al café (que por cierto estaba para babear) cuando mi móvil vibró sobre la mesa de madera. Lo tomé casi al instante, pero me quede dura al notar que era otro mensaje de él.
"@Robertpattinson: ¿Estas en la Bóveda azul?"
Levanté la mirada para leer el nombre del lugar.
"@Samdelgado: Sí"
Y me dejó en leído. Espere cinco minutos...diez minutos...
A los quince me di por vencida y dejé el móvil nuevamente sobre la mesa. Suspire mientras tomaba el café nuevamente y le daba otro sorbo. Me devore la dona como si mi vida dependiera a ello y luego me quede sin hacer absolutamente nada.
El mensaje de Robert me había dejado un poco en otro lado. No entendía porque me preguntaba eso y mucho menos porque luego no me respondería. Una parte absurda e inocente de mí había esperado algo más.
Mi mente estaba viajando en esos pensamientos mientras hacía bolitas con la servilleta cuando escuche como las campanitas que estaban sobre la puerta repicaban entre sí. Levante la mirada sin siquiera darme cuenta.
Mis dedos dejaron de hacer lo que estaban haciendo en ese microsegundo que lo vi entrar. Llevaba una sudadera negra junto a unos jean celestes, iban tan simple pero a la vez tan guapo que me hizo recordar aquellas épocas en donde podía pasar horas admirando sin cansarme.
Su mirada recorrió todo el lugar buscando algo. No fue hasta que dio con la mía que se detuvo y me miró de vuelta.
¿Qué hacía aquí?
Me removí ansiosa en mi lugar cuando lo vi encaminarse hasta mi mesa. La silla pareció que chilló cuando este apoyo la mano en el respaldo y la hizo hacía atrás. Se sentó con cuidado, sin mirarme, pero cuando por fin lo hizo pude ver un destello de nerviosismo en su mirada.