Capítulo cuarenta y cuatro.

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 —¡No me gusta esto!— extendí los brazos para cualquier lado y moví los pies de una manera muy graciosa mientras intentaba mantener el equilibrio, una tarea muy difícil si tenemos en cuanta que no sabía patinar y las pocas veces que me había puest...

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 —¡No me gusta esto!— extendí los brazos para cualquier lado y moví los pies de una manera muy graciosa mientras intentaba mantener el equilibrio, una tarea muy difícil si tenemos en cuanta que no sabía patinar y las pocas veces que me había puesto patines terminé en el suelo con un terrible dolor en el trasero.

Los chicos se reían de mi, más que nada Daniel, que decidió traer la cámara que años atrás había comprado para "ser youtuber". La etapa le había durado poco, pero al parecer había vuelto solo para burlarse de mí mientras hacía el ridículo en medio de una pista de patinaje.

De todas formas, Robert estaba pegado a mí como una lapa y tenía el detalle de agarrarme cada vez que estaba a punto de darme un golpe contra el piso. Era el que menos se reía de mi, pero una que otra risa se le había escapado.

 —¿Cómo la estás pasando, Sam?— preguntó Daniel, poniéndome la cámara prácticamente pegada a la cara.

—¡Mal!— grite, sosteniéndome del brazo de mi novio para no caerme. Robert alejo la cámara y me sostuvo de la cintura al mismo tiempo.

—La estas agobiando, Daniel— Carly lo regaño, cruzándose de brazos. Daniel, como si fuese su madre la que tenía en frente, se alejo y apagó la cámara. Amy y yo nos miramos en silencio un segundo antes de soltar una carcajada que rebotó en todo el lugar, llamando la atención de más de una persona.

—Muy bien, amiga mía— Amy le dio unas palmadas en el hombro—; así es como hay que tenerlos.

Me seguí riendo mientras Daniel, claramente, se enojaba y dejaba de hablarnos. La situación había sido muy graciosa y necesitamos unos minutos para dejar de burlarnos a su costa.

¡Incluso Robert se reía, y apenas lo conocía!

—Después dime algunos tips, Carla. El mío no me hace tanto caso— dije, mirando a Robert de costado y rebajándolo con la mirada.

—Eh, ¿Cómo que no?

—¿Cuál es la contraseña de tú móvil?

—Ya te la sabes— dijo, a regañadientes.

—Awww ¿no la has cambiado?— pregunté, pegándome a él y dándole un beso en la mejilla—; Tiene mi nom....

No pude terminar de hablar, Rob me tapo la boca con la mano y me obligo a callarme. Bien, no era una persona que le gustase mucho demostrar que era tierno frente a las personas. Anotado.

—¿Tiene tú...?

—Nada— sonrió él, sin soltarme. Le chupe la palma de la mano para que me soltara, y con cara de asco lo hizo. Le pegué en el costado, indignada.

—¿Y esa cara de asco qué, eh?

Robert estaba por responderme algo, probablemente para defenderse, cuando escuchamos un chillido muy agudo a nuestras espaldas que hizo que todos pegásemos un respingo del susto. Resultó ser una fan de Robert, que venía patinando a toda velocidad con su madre siguiéndola como podía.

Era una rubia bastante petiza de unos quince años. Le pidió una foto a Robert y me vi obligada a sacársela yo, ya que los hicos decidieron irse a un costado.

—Oh my god ¿tú eres Samay?

—¿Eh?— abrí los ojos.

—¿Me puedo tomar una foto contigo, con los dos?

—Eh,...sí, sí.

La verdad, estaba muy acostumbrada a que le pidiesen fotos a Robert. Era un hecho que estaba obligada a acostumbrarme al ser novia de un actor conocido mundialmente, era cosa de todos los días. Pero jamás me habían pedido una foto a mi.

La chica llamó a su madre con una sonrisa de oreja a oreja y me puse a su lado, dejándola en el medio a ella. Sonreímos a la foto y escuche varios clics antes de que su madre le diera el teléfono de nuevo.

—Gracias, gracias, gracias— repitió varias veces, abrazando a Robert, el cual le devolvió el abrazo con una sonrisa—; Entonces, ¿ustedes han vuelto?

Apreté los labios, sin saber que responder. Lo mire a Robert, que me devolvía la mirada. Termino respondiendo él.

—Sí, hemos vuelto.

—¡Genial!

Se fue al ratito, después de abrazar de nuevo a Robert. Mientras la veíamos alejarse, murmure lo que después, claramente, fue un hecho.

—¿Eres consciente que mañana todo el puto mundo sabrá que volvimos a retomar nuestra relación, no?

Robert asintió varias veces con la cabeza.

—Sí, ¿ya era hora, no?

Reí.

—Hace apenas unos día hemos vuelto, Robert.

—Para mi fue más. Desde antes de que me pidas ser tu novio— sonrió de lado, tirando de mi para agarrarme de la cintura.

—Y si. Si no te lo pedía yo nunca íbamos a volver.

Rob abrió la boca, indignado.

—Eso es claramente mentira.

—Sí tu lo dices...

—Lo mejor se hace esperar, dice el dicho.

—¿Sí, eh?— me reí, mientras me estiraba para llegar a su cabello y empezaba a peinarlo, muy feliz de poder tener el mayor contacto físico. Nunca me cansaría de él, era una adicta a todo su cuerpo.

Robert me abrazo por la cintura y me robo un beso que me sabió muy corto. Quise alargarlo, pero no me dejó y se alejo para hablar.

—No te pedí que fueses mi novia porqué la próxima vez que te proponga algo, va a ser que seas mi esposa. Y ese día no está muy lejano, créeme.

Lo mire a los ojos, sorprendida, y se me cortó la respiración. Sentí las cosquillas de nuevo en la panza y no supe que decir. Me había quedado totalmente muda.

—Robert...—dije en un susurro.

Me calló con un beso, que esta vez si alargo. Me sentía en el cielo. Jamás había sido tan feliz como en ese momento.

Un futuro con Robert era todo y más de lo que pedía. Como un sueño. Jamás se me había cruzado por la cabeza casarme con nadie, pero ahora tenía la imagen mental de él, yo, una boda tradicional, con el color blanco y negro por todas parte. 

—Me encanta la idea— hablé sobre sus labios.

Me miro. Sentía su boca rozar con la mía.

—¿Sí?

Asentí varias veces, cogiendo aire.

Me beso más fuerte, con más ganas.







Si te perdono| Robert Pattinson. (Instagram #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora