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"Lautaro se arrepentía, quería salir corriendo y decirle que la amaba..." Lali revolea los ojos, no le gusta los libros de romance, demasiado empalagoso para ella, aunque si alguien hace tres años le hubiese dicho que un viernes por la tarde iba a estar leyendo en un banco en el exterior, en pleno otoño, donde el sol hace su función de no morir helados y con una brisa que hacia que se le moviese todo el pelo castaño y largo que tenía, ella se hubiese reído de esa persona.

Seguramente estaría en alguna fiesta, tan borracha que no se acordaría de dónde fue, con quién, qué hizo y por qué había una persona en su cama. Y eso le encantaba, se divertía, pasaba los mejores momentos, aunque luego se olvidase sabía que había sido una noche increíble. Era una buena manera de quitar toda la tensión que tenía durante toda la semana, mucha gente podía pensar que su trabajo era el más soñado, y lo era, pero hay muchas cosas detrás de ese sueño que más bien son pesadillas.

-Marianita, ¿qué haces? - Le saca de su lectura una chica más joven que ella, probablemente la chica más joven de la residencia, cree que celebraron sus dieciocho juntas, pero las pastillas hace que se le olviden muchas cosas, tal vez el alcohol y las pastillas tienen más en común de las que pensaba.

-No nada aquí, cortando unas patatas para hacer una tortilla. -Le dice la morena de metro cincuenta de forma irónica. - ¿Tú que crees, Úrsu?

-Ay bueno, era una forma de empezar la conversación, que amigable estás hoy ¿pasa algo? ¿no te han dado las pastillas? – Le pregunta Úrsula cuando se sienta a su lado.

-Sí que me las han dado, difícil es que se olviden. – Úrsula asiente. - ¿Qué quieres? - Le pregunta directa Lali, sin pelos en la lengua.

-Ay! ¿Por qué voy a querer algo? ¿No puedo estar aquí con mi amiga y...

-Úrsula – Le repite Lali revoleando los ojos e interrumpiéndola.

-Okeeey, ¿Vas a venir esta noche?

-Como se enteren nos van a dopar por una semana. – Úrsula se ríe, se ha imaginado a sus amigas de la residencia como a caballos. - No creo que sea la mejor idea.

-No me puedo creer que la mismísima Lali Esposito no vaya a ir a una fiesta. A ver, te quiero decir, sé que no es como a todas las que has ido, pero nos lo vamos a pasar bien. Albert ha conseguido el alcohol, venga va Lali, así te cantas algo.

-Yo ya no canto y lo sabes. - De golpe la morena se puso seria, no le gusta recordar cosas de su pasado.

-Perdón, pero te voy a ser sincera y me da igual que no me quieras escuchar. – Lali vuelve a revolear los ojos, es algo que hace desde pequeña y no va a ser fácil quitar ese gesto. – Tienes que volver a cantar, sé que te da pánico, lo entiendo. – Se toca el pecho, de forma empática. -Y el primer paso es venir a esta fiesta, va, vamos a emborracharnos y a divertirnos un poco.

- ¿Te crees que los que vamos a estar allí es para divertirnos?

-No, pero al menos se distraen un poco. No voy a parar hasta que digas que sí Lali. -Lali suspira, sabe que es capaz de eso y de mucho más.

-Vale, iré. – Úrsula salta del banco y da palmaditas, Lali sigue sin entender que hace esta chica aquí. – Pero si me aburro te aseguro que me voy y te dejo allí sola. – La más joven asiente, aunque apenas la está escuchando, está demasiado feliz como para prestarle atención. - ¿Y dónde es la fiesta?

-En la 310.

Lali se ríe, tenía que ser ella la que montase todo esto, le da igual lo que le puedan decir, por eso la adora y por eso desde que llego han conectado tanto.

SÁLVAME (LALITER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora