27. Hijo de pu#*

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En cuanto el doctor les había dicho que había despertado, toda la familia Esposito entró corriendo, ahí estaba Lali tumbada, mirándolos, sorprendida, no esperaban que entrasen de esa manera. El doctor les había dicho que entrasen uno a uno, pero llevaban días esperando ver a Lali y ya no aguantaba más.

-Hola. – Dijo Lali, con poca voz, se veía exhausta. Intentó levantarse un poco, pero su hermano no la dejo.

-Quédate quieta, necesitas descansar. – Le contestó con ternura, es su hermana pequeña y sentía que la tenía que proteger de todo. En cualquier otra circunstancia Lali no hubiese escuchado a Victorio, ella hacía lo que quería hacer, pero esta vez tenía razón y le hizo caso.

- ¿Cómo te encuentras mi vida? – Preguntó Carlos, acariciándole la mano. A ella aún le palpitaba toda la cabeza, necesitaba tiempo para procesar todo lo que le iban diciendo.

-Siento como si me hubiese pasado por encima un camión. – Dijo, mientras cerraba lo ojos para descansar un poco de la luz de la habitación.

-Y con lo chiquitita que eres, el dolor se te multiplica por mil. – Dijo su hermano, Lali quería darle un golpe, pero lo único que consiguió es darle, con muy poca fuerza, en la mano de Victorio. – Uy, que dolor. – Contestó irónicamente el mayor de los tres hermanos.

Lali volvió a visualizar a toda su familia, uno por uno, y luego miró hacia atrás, buscando a alguien, buscando a esa persona.

-¿Dónde está Peter? – Pregunta la chica de metro cincuenta, amaba a su familia, pero necesitaba verlo y tenía mucho miedo de que Peter se hubiese olvidado de ella mientras estaba aquí.

Su familia miró hacia atrás, e igual que Lali, se dieron cuenta de que Peter no estaba allí, Carlos levantó las cejas, sin entender bien dónde se había metido el chico del lunar.

-Estaba con nosotros hasta hace un momento. – Contestó Candela, eso, de cierta manera, tranquilizó a Lali, él se había quedado, era el mejor hombre del mundo. – Tal vez bajó a por bebidas antes de enterarse de las buenas noticias.

-O tal vez ha ido a llamar a tus amigos. – Replicó su madre, que hasta ahora había permanecido en silencio, mirando a su chiquita, había vuelto a caer, cuando creían que estaba bien, que estaba mejor que nunca, volvían a estar en el hospital, empezando de cero.

Lali conocía muy bien a su mamá, y aunque le preocupaba no saber dónde estaba Peter, sabía que ya llegaría y que ahora tenía que centrarse en la mujer que le dio a luz, sabía que tenía miedo de que todo volviese a ser como siempre.

-Perdón por haber hecho esto. – Todos se quedaron en silencio, escuchando lo que tenía que decir. – Pero, esta vez he aprendido. – Dijo asintiendo, recordando lo que había vivido en ese más allá. – Sé que voy a tener que ir a la psicóloga, pero necesito que confiéis en mí, no quiero ni necesito volver a la residencia, estoy lista para todo lo que se viene, solo necesito una cosa, y es vuestra ayuda.

-No lo dudes mi pequeña. – Contestó rápidamente Carlos, sonriendo, se alegraba de ver a su hija con tanta fuerza después de todo.

-¿Estás segura que no quieres ir a la residencia? Aunque sea solo por un mes... - Le preguntó Victorio, Lali negó con la cabeza.

-Ya he estado allí muchos meses, y de cierta manera solo la última vez me sirvió, he recaído por una tontería, por algo que sé que no me va a afectar más, o al menos no me va a afectar tanto. Sé que tengo que ir a terapia, pero te juro, que aun tirada en esta cama muerta de sueño soy más fuerte que nunca. – Lo decía con tanta seguridad que se lo transmitió a su familia, que poco a poco, y después de muchos días, volvían a sonreír.

SÁLVAME (LALITER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora