SÁLVAME (LALITER)

18. Salta al vacío

Allegra no podía más, su vida se había vuelto una rutina, cada día que pasaba era igual al otro, se levanta temprano para irse a clase, se pasa allí toda la mañana, llega a casa, intenta estudiar un rato, luego se va a la casa de Flor, la guitarrista de la banda, para preparar el repertorio de la banda y se van a trabajar durante la noche. Apenas tiene tiempo para respirar y eso, últimamente, le está provocando ataques de ansiedad, no es algo nuevo para ella, pero no le gusta tener que estar así.

Llegan al bar las dos juntas, Flor le venía explicando cómo iba su relación con el baterista, han sido novios desde muy pequeños, y cuando parecía que iban a estar juntos toda la vida rompen, aún se les hace raro tener solo una amistad, pero creen que es lo más sano para los dos. Allegra piensa que tarde o temprano acabaran juntos, es algo que ya está escrito.

El bar aún estaba bastante vacío, estaba el jefe, sus trabajadores y tres clientes, imagina que están esperando a alguien, por lo general no va nadie solo a un bar. Al fijarse mejor ve que uno de esos clientes es Bruno, ¿qué hace allí?

-Flor, perdón que te corte, ¿puedes ir montando los instrumentos? Tengo que ir a hablar con alguien.

- ¿Con quién tienes que...? – La pianista mira en la misma dirección que su amiga y poco a poco le sale una sonrisa pícara. – Aaa, ahora entiendo, ¿en qué momento estáis? ¿en la fase de tonteo o ya os habéis liado? (Holaa, no tenía pensado aparecer en esta historia así, pero creo que es necesario dejar en claro lo de haberse liado, porque es una expresión muy española y creo que tal vez no la conocéis, básicamente es besarse o a veces hace referencia a algo más que besos).

- ¿Qué? – Allegra se ríe de lo directa que es su amiga. – No, nos conocimos en la residencia en la que trabaja mi primo, es uno de sus pacientes, hablamos de vez en cuando pero no pasa nada.

- ¿Paciente? Entonces es un. – Lo dice susurrando.

-Es Bruno, y punto. – La interrumpe Allegra, no hay cosa que más odie que encasillen a las personas, Bruno es mucho más de lo que pudo hacer un día. – Ahora si me permites voy a ir a saludarlo.

Flor se despide de su amiga y toma dirección al escenario para colocar todo mientras espera a los demás integrantes de la banda, en cambio Allegra se dirige hacia Bruno y se sienta delante de él, cuando él levanta la cabeza y se da cuenta de quien tiene enfrente sonríe, Allegra maldice, tiene una sonrisa perfecta.

-Hola, ¿qué haces aquí? – Pregunta la chica.

- ¡Hola! ¿Ya me estás echando? – Pregunta Bruno, en un tono en el que nunca habían hablado, ¿le estaba tonteando?

-No tengo el poder de echar a nadie, pero no sabía que podías venir solo, están siendo mucho más permisivos los de la residencia.

-Ah sobre eso, no es que sean más permisivos. – Se toca el pelo, no sabe cómo va a reaccionar a la noticia. – Es porque me han dado el alta.

- ¿QUÉ? – Pregunta en un grito, levantándose de un salto de la silla. - ¡Felicidades Bruno! – Le dice mientras lo abraza, el chico se pone un poco nervioso, nunca había estado tan cerca de ella, hasta escuchaba el latido de su corazón. - ¿Desde cuándo...?

-Hace tres días, no sabes lo feliz que está toda mi familia, aunque yo estoy un poco preocupado. – Allegra se ha vuelto a sentar y lo mira atentamente, muestra que le importa lo que le dice. – Hay mucha gente que recae y no quiero que nadie alrededor mío vuelva a pasar por eso.

-Mira, yo hace pocos meses que te conozco, y solo llevo dos cursos de psicología, pero creo que lo mejor que puedes hacer para que no vuelvas a pasar por lo mismo es hablar, con quien tengas confianza sobre lo que te está pasando por la cabeza. A veces externalizarlo ayuda. – Bruno asiente y la mira, le gustó desde que la conoció, pero como dijo Eugenia, cuando la conoces ya no la puedes sacar de tu mente, es de esas buenas personas que quedan pocas en el mundo.