14. Habla siempre de ella (MARATÓN 1/3)

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- ¿Y de qué sirve tomar antidepresivos? – Pregunta Allegra, sentada en la silla del escritorio de Peter, mirando al ordenador y leyendo los diferentes tipos de pastillas según los síntomas de las personas.

-Ayudan a mejorar la forma en que el cerebro utiliza ciertas sustancias químicas naturales, y esas concretamente sirven para tratar la depresión. Pero es cierto que puede llevar a la dependencia.

-Entonces si hay dependencia es malo. – Peter se ríe, él pensaba igual que ella a su edad.

-No hay algo bueno o malo, es más complicado. – Allegra se gira para mirar a su primo, que la está mirando seriamente. Ella no entiende.

-Pero la dependencia no es buena, entiendo lo de la ética, al principio puede ser bueno y ayudarles, pero puede conllevar a la dependencia, y no es bueno vivir tu vida dependiendo de unas pastillas. – Ella piensa que solo ha dado su opinión, pero Peter ve la madurez de su prima pequeña, sabe que será una gran psicóloga.

-Como se nota que estudias psicología... no aceptas las pastillas. – Se ríe y se siente delante de ella.

-No es que no acepte las pastillas, mis pacientes puede que estén tomando pastillas, bueno, seguramente lo hagan. Pero tú sabes que no es bueno la dependencia de pastillas, puede llevar a la adicción.

-Lo sé, por eso no recomiendo pastillas. -Dice Peter tranquilo, como es él.

- ¡Pero si eres psiquiatra! – Dijo Allegra, no comprendía por qué su primo se había graduado en psiquiatría si no recetaba pastillas, lo que diferencia principalmente a los psiquiatras de los psicólogos es que los primeros pueden recetar pastillas, pero los segundos no. Peter se río, él entendía que Allegra estuviese perdida.

-Estudié psiquiatría porque estaba interesado en tocar más cosas relacionadas con la medicina. – Allegra abrió la boca y asintió, ahí pudo comprender el porqué del trabajo de Peter. Miró el reloj y se levantó de la silla.

-Bueno, creo que me voy a ir yendo porque no he avisado a mis padres que venían y estarán preocupados. – Peter se levantó con ella para acompañarla a la puerta.

-Los tíos se preocupan de más. -Dijo riéndose. - ¿Les has dicho que el próximo curso te quieres mudar a la residencia de la facultad?

Allegra suspiró, no, aun no lo había hecho. Es hija única y sabe que para sus padres ella es la nenita, a la que hay que cuidar de todo y de todos, decirles que se quería independizar era como clavarles una espada en el corazón. Ella negó con la cabeza y miró al suelo, no quería hablar del tema.

-Bueno, no te preocupes, si necesitas ayuda me llamas y voy contigo a acompañarte. – Ahí la prima del chico de ojos verdes levantó la cabeza y corrió a abrazarlo, él le siguió el abrazo, para Peter sus hermanas son todo, pero Allegra siempre será su ojito derecho. – Mándales un saludo a los tíos.

-Sí claro, ¡adiós!

Allegra cierra la puerta de la sala de Peter y cuando se estaba yendo se cruzó a un chico de ojos azules, le sonaba, se paró a pensar por un momento y ahí recordó, ¡claro! Él era uno de los chicos que estaban en la mesa con su prima, pero ¿cómo era su nombre?... No podía creer que se sabía todos los elementos de la tabla periódica, pero no recordaba el nombre de ese chico.

-Hey Allegra, ¿qué tal? ¿te acuerdas de mí? - Allegra salió de sus pensamientos y vio a ese mismo chico delante suyo, ella no lo podía negar, era muy guapo, era más alta que ella, mínimo diez centímetros más alto, pelo oscuro pero no demasiado, ojos azules como el agua del mar Caribe y una sonrisa perfecta, o había llevado Brackets o era un elegido de Dios que le había dado esos dientes desde que nació. – Soy Bruno.

SÁLVAME (LALITER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora