31. Salvarlo

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Eugenia y Peter corrían por el hospital, buscando la habitación de su madre. Ni siquiera pensaban hacia donde iban, empujaban a la gente, pedían perdón en voz alta y seguían buscando. Ese hospital le recordaba malos momentos a Peter, fue al que le llevaron sus amigos cuando quería suicidarse, sí, solo estuvo un día, pero recuerda todos los pensamientos que tuvo y el principal fue "¿por qué mierdas me han encontrado?".

Por fin, después de diez minutos yendo de un lado al otro del hospital encontraron la habitación, pero cuando iban a entrar uno de los doctores, que debía de tener una edad muy parecida a los mellizos, los paró.

-Está nuestra madre allí, ¿no podemos entrar? – Preguntó Euge de manera muy educada, sabía que si su hermano hablaba le iba a empezar a gritar de los nervios que tenía. El doctor la miró a ella y en ese momento supo que algo pasaba. - ¿Las heridas son tan fuertes?

-No tanto. – Traga saliva el doctor, aunque es su trabajo y ya ha pasado varias veces por esta situación, nunca es agradable darles estas noticias. – De las heridas físicas se va a recuperar, necesitará unos días de descanso.

- ¿Por qué hablas en específico de heridas físicas? – Pregunta Peter, acercándose al doctor, ahora el único chico de la familia se ha dado cuenta de que hay algo más. – Le han pegado, lo normal es que solo tenga heridas físicas. ¿De qué me estás hablando? – Peter aumenta el tono de su voz, empieza a desesperarse, esta vez no es Eugenia la que necesita que le contesten rápido, ella se acerca a Peter y le acaricia el brazo, intentando relajarle.

-Siéntense, por favor. – Dice el doctor, manteniendo la compostura y les señala las sillas que hay en el pasillo.

Peter no se quiere sentar, solo quiere saber qué pasaba con su madre y se mantiene quieto allí. La China lo mira, ella sí se quiere sentar, pero va a seguir los pasos de su hermano, en esta están juntos. Pero ahora es el doctor el que se impone, mira a Peter a los ojos, muy serio y dice:

-Te aseguro que preferirás estar sentado cuando te cuente lo qué pasa.

Esas palabras hacen temblar a Eugenia, que va directamente a sentarse, rezando para que no sea tan malo como parece. Peter se acerca a ella, pero no se sienta, cuando Peter quiere ser cabezón lo mantiene hasta el último momento. El doctor sopla, sabe que no va a conseguir que ese chico le haga caso.

-A raíz de los golpes decidimos hacerle unos análisis y vimos que algo iba mal en su sangre. Decidimos hacerle otros estudios, ella los aceptó todos, en todo momento ha estado consciente de lo que ocurría.

- ¿Qué es lo que dicen esos estudios? – Pregunta el chico del lunar, cruzando sus brazos, como si fuesen una protección para él.

-Vuestra madre. – El doctor pasa su mirada del chico a la chica varias veces y vuelve a tragar saliva. – Vuestra madre tiene una enfermedad, terminal.

Al escuchar esa última palabra, Peter cae directo a la silla y mira hacia el suelo, negando con la cabeza. Eugenia mira al doctor, ve que se muerde los labios, está casi igual de nervioso que ellos.

-Doctor, ¿no hay ningún tratamiento para curarla, o al menos para retrasar la...? – No es capaz de pensar en una vida sin su madre al lado.

-No, es una enfermedad que apenas ahora se está estudiando. Me encantaría daros alguna solución, pero... no la tenemos. Os puedo recomendar algunos doctores para ver si tienen algún tratamiento o...

-Eso lo decidirá mi madre. – Comenta Peter, aún mirando al suelo, levanta la cabeza para hacerle la siguiente pregunta. - ¿Se sabe la causa de esa enfermedad? – Tiene los ojos brillosos, en cualquier momento se derrumbará y Eugenia está preparada para agarrarlo en sus brazos.

SÁLVAME (LALITER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora