Capítulo 16.

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Aprender a quererte.

Capítulo 16.

14 de Junio, 2022.

La campana de la puerta suena, una vez más después de todas las que ha sonado esta mañana.
Otro perro espera su turno para ser bañado, para cortarle el pelo.

Salgo de la sala donde llevo metido toda la mañana.
Dejo la toalla seca encima de mi hombro.
No escucho la voz de Lola dando la bienvenida, como es habitual. No la escucho llamándome para que me lleve a la mascota.

Levanto la cabeza, deslumbradome unos segundos con la claridad que entra por la puerta de cristales.
Pongo la mano para tapar esos rayos que no me dejan ver más allá de las figuras de dos personas que acaban de entrar.

Mi corazón se acelera cuando mis ojos logran verla.
¿Qué hace aquí?
Mis labios se estiran en una sonrisa que no me voy a esforzar en ocultar.
Le di la dirección, pero no la esperaba, no al menos tan pronto.

Miro mi reloj, casi es la hora de almorzar, casi es la hora de cerrar la peluquería y aquí está ella.
Sonriendo, sin saber hacia donde dirigir su cabeza.
Asintiendo a lo que sea que estan hablando Lola y el hombre que la acompaña.

Me acerco despacio, tembloroso, nervioso. Es increíble como sigue apareciendo ese intenso cosquilleo que me recorre las tripas cuando la tengo delante.

-Hola. -Mi voz sale suficientemente firme, ocultando el flan que soy por dentro.-
-Hola. -Me saluda, tímida, casi queriendo esconderse en su propio cuerpo. Su cabeza mira al suelo, mueve sus pies hacia delante y hacia atrás, balanceándose suavemente.-
-Hugo. -El hombre del que ella está agarrada me tiende la mano, sonriendo.- Bueno, Eva quería venir para estar contigo. ¿Trabajas por la tarde?
-Sí.
-No no, puedes irte. -Miro a Lola, que sonríe demasiado.- Se acaba de quedar la tarde libre, puedes irte ya, yo termino el perro que queda.

Mi pecho se llena de aire y de miles de gracias. Abro la puerta, para dejar que tanto Juanmi como Eva salgan.
Yo me giro una vez más para con la mirada, agradecerle a mi jefa todo lo que está haciendo por mí estos días.

Muerdo mi labio inferior cuando me giro y la vuelvo a ver. Ahí. Aquí. Tan frágil. Tan fuerte a la vez. Tan ella. Tan única.
Suspiro antes de acercarme a ellos, que me esperan apoyados en la acerca de enfrente, debajo del saliente del edificio, en la sombra.

-¡Hugo! -Me giro antes de cruzar la carretera para mirar a Lola.- Mañana puedes venir solo por la tarde.

Me guiña el ojo y desaparece detrás de la puerta de la peluquería canina.
Sonrío, negando con la cabeza ante la posibilidad de volver a dormir con Eva.

Miro a ambos lados de la carretera y en apenas tres zancadas me paro en la otra acera, a dos metros de Eva, que me sonríe.

-Así que tienes libre hasta mañana por la tarde. -Su voz suena alegre.-
-Eso parece. -Sus brazos se estiran, buscando mi cuerpo. La observo antes de alargar mi mano y rozar la suya. Ese maldito escalofrío de nuevo me sacude. Entrelazo sus dedos con los míos antes de fundirnos en un abrazo que hasta este momento no sabía que necesitaba tanto.-
-¿Te quedas conmigo?
-¿Quieres que me quede?

Sí, sí quiere que me quede. La fuerza con la que envuelve mi cuerpo con sus brazos me da una respuesta sin palabras.
Juanmi se ofrece a llevarnos a mi hotel, para coger algo de ropa y luego ir a su casa.

Eva insiste en subir conmigo a la habitación, se agarra a mi brazo, recordando aquellos momentos en los que tantas horas pasamos así en Madrid, cuando íbamos por las calles mientras yo le detallaba cada lugar para que ella lo imaginase.

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