Capítulo 20.

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Aprender a quererte.

Capítulo 20.

20 de Junio, 2022.

-Eva, cariño, vístete. -Miro a mi madre, que me sonríe al ver como mis ojos chocan con los míos. Desde que salí de hospital puedo ver un brillo diferente en su mirada cada vez que me llama y la miro. Es algo natural y no sé por qué parece que me hace ilusión. Siempre lo he hecho. Siempre la he mirado.-
-¿Dónde vamos?
-A bañar a Vega a una peluquería canina.

Entra en casa y me deja tumbada en el césped. Nunca la hemos llevado a que la bañen a ningún lugar.
Siempre lo hemos hecho nosotros.

Dejo escapar un suspiro, desde que volví del hospital, se han estado comportando algo extraños conmigo.
Miro mi teléfono una vez más, mi mensaje en el grupo de WhatsApp de mis amigos sigue ahí, es el último, sin contestar.

"-¿Os aparece hacer algo? Quiero salir de casa."

Claro que necesito salir de casa, quiero recuperar mi vida.
Mi madre, mi padre y Juanmi me contaron que estaba haciendo surf, que una ola me golpeó y no recuerdo los últimos tres años de mi vida.

Yo no siento que eso sea así, todo es igual. Hasta las sábanas de la cama.
Yo solo siento que estuve dormida como cualquier noche y al despertarme estaba en el hospital.
Para mí no ha pasado el tiempo.

Me costó varios días darme cuenta que sí habían cosas que habían cambiado.
La primera en la que me fijé fue en la cara de mi madre, tiene unas arrugas nuevas que no recordaba que estuvieran ahí, incluso mi cara en el espejo se veía más mayor. Las canas de mi padre o el peinado de Juanmi.

Tampoco había ninguna conversación con nadie en mi chat. Todo estaba borrado, como si hubiera algo que no querían que supiera.

Las veces que le he preguntado a alguien por estos tres años, nunca he obtenido una respuesta sincera.

"-Todo sigue igual."

¿Si todo está igual por qué nadie me trata igual?

Mirando en los contacto de mi teléfono he encontrado algo que hizo que me costase coger el sueño. "Hugo meu rei"

Por la foto de perfil, es el chico rubio que entró en la habitación del hospital. Ese que parecía perdido y que yo creí que buscaba a alguien más, que se había equivocado.
Ese mismo chico que estaba cuando, andando salí de allí, que me miró, me sonrío, al que saludé con la mano, agachó su cabeza y se fue.

El mismo chico que he visto casi a cada lugar al que iba con mis padre. Y que siempre hacía lo mismo, mirarme e irse cuando mis ojos atrapaban a los suyos.

Entro en casa, para ponerme una camiseta ancha y unos pantalones cortos, cojo la correa de Vega que salta desde el jardín cuando escucha el ruido de la parte de metal de la correa con la que juego entre mis dedos.

-Nos vamos chica.

Se deja amarrar muy rápido y me tira hacia coche.
Hay días en los que creo que me entiende, que entiende cada palabra que sale de mis labios.
Que cuando termine de hablar me va a dar un consejo después de aguantar todas mis quejas.

Nos montamos en el coche y salimos de Sada.

-¿Dónde está la peluquería que dices? -Mi cabeza va apoyada en la ventanilla trasera del coche, mientras acaricio a Vega para que esté tranquila.-
-En A Coruña.
-¿Por qué no vamos a cualquier otra que esté más cerca?
-Esa es nueva.

Suspiro, tratando de no mirar de nuevo la pantalla de mi teléfono, para no mirar como no ha llegado ningún mensaje nuevo.
Pero se ilumina y lo desbloqueo al momento.

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