Capítulo 18.

746 78 19
                                    

Aprender a quererte.

Capítulo 18.

14 de Junio, 2022.

Veo como Eva va perdiendo el color poco a poco, como sus ojos parecen pesarle.
Suspiro, acercando mi silla a la suya, penado mi cuerpo al de ella.
Intento que imite mi respiración, que se acompañen.

Mis manos acarician despacio sus hombros, su espalda, buscando buscando siga mis movimientos con el latido de su corazón y se tranquilice.
No estoy de acuerdo con lo que ha hecho Jojo, pero yo no soy nadie para reprocharle nada, solo intentaba buscar el bien para su hija.
De eso pecan mucho los padres, de creer saberlo todo, de sobreprotegernos, de hacer lo que ellos piensan que es lo correcto para nosotros.
Y no los culpo, la mayoría de las veces aciertan, llevan razón, pero otras no. Y esta es una de esas.

Entiendo que se asustase si Eva hablaba demasiado de volver a ver, si se negaba a ir a que la ayudasen a vivir en su oscuridad. Entiendo que no fue decisión de ella cambiar el número, que se arrepienta, y que solo buscase lo mejor para Eva.

No creo que ser yo lo mejor para ella, ahí fuera hay miles de personas mejores que yo para ayudarla, para estar a su lado, para disfrutar de su compañía, de sus sonrisas, de sus besos y sus caricias.
Como ese tal Gabriel.
No tengo dudas.
Él quizá, por la discapacidad de Eva, sepa como tratarla mejor que yo, como hacerla sentir mejor cuando se agobie, cuando tenga una crisis.

Yo no puedo hacer nada más que estar junto a ella, abrazarla, intentar que se relaje, quitar de su cabeza los nudos que ella misma se crea y que yo casi puedo ver.
Yo solo puedo dejarme llevar por los miles de sentimientos que Eva saca desde lo más profundo de mí.

Mi teléfono comienza a sonar, me separo de Eva, dejo que sea su madre quien va dirigiendo el ritmo de su respiración. Quizá tantas emociones en tan poco tiempo han hecho un pequeño cortocircuito en ella que tiene que aprender a gestionar.

Miro la pantalla cuando siete pasos después, estoy lejos de ella.
Aurora.
No la he llamado desde que bajé del tren.

-Menos mal que te dignas a contestarme las llamadas.
-Lo siento. -Es una disculpa sincera y no solo por no darle señales de vida.-
-La has visto ¿Verdad?

Pronuncio un "sí" que es la antesala de un silencio en el que ninguno de los dos sabe que decir. Parecen no haber palabras con las que romper la enorme barrera que está creciendo a pasos agigantados entre nosotros.
No hay cuerda que pueda devolver esta pequeña barca que cada vez se aleja más.

Más distancia entre los dos. Más aún de los kilómetros que físicamente nos separan.
Es el final, ese punto que nunca pensamos poner.
Se acabaron el tiempo para esos dos chiquillos que empezaron a jugar con el amor en Córdoba.
Ahora, en la otra punta del país, mi cuerpo, mi cabeza, todo yo, digo basta.
Ahora ella en Madrid, también dice que hasta aquí.

-¿Qué ha pasado?
-No tiene sentido que me siga engañando, ni intentando algo que sabemos que no va a volver a ser como antes.
-¿Hugo?

No quiero ahondar más en el tema, no quiero decirle que no he podido resistirme a sus labios, no quiero contarle de la corriente que me recorre cada vez que mi piel roza la suya.
No quiero tener que decirle que solo con escucharte su voz, su risa, mi pulso se acelera de tal manera que me cuesta saber si voy a poder mantener al corazón dentro de mi pecho.
No quiero que sepa como un nudo en mi estómago se encoge cada vez qud puedo ver sus ojos.
O cuando se acerca.
O cuando me besa.

No merece saber como he dejado de sentir mariposas por ella y como Eva desata huracanes sin fin dentro de mí.

-Aurora, el viernes vuelvo a Madrid, recogeré mis cosas y buscaré un hotel. Es lo mejor para los dos, ojalá seas muy feliz.
-¿Y ya está? ¿Así acaba todo?
-Ojalá seas muy feliz.

Aprender a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora