Capítulo 34.

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Aprender a quererte.

Capítulo 34.

28 de Septiembre, 2023.

Toco la carta que le he escrito a Eva con las yemas de los dedos cuando paso el cartel que me indica que ya estoy en Galicia.

He tenido que apuntar todo lo que tengo que decirle, para que no se me olvide al verla.
Para que después de rozar sus labios no se me olvide hasta mi propio nombre.

Voy camino a su casa, no podía quedarme parado viendo como una oportunidad más se nos escapa.
Lo quiero todo y lo quiero con ella.

Mi teléfono se ilumina, es una llamada, de Eva.

-Hugo, ¿Qué es eso de que vienes?

Sonrío al descolgar la llamada apartando solo un segundo mi mirada de la carretera.
No habían trenes, y yo no podía esperar.
Anoche lo prepararé todo, hoy por la mañana he subido a mi coche y tras muchas horas de camino, cada vez estoy más cerca de ella.

No sé como se habrá enterado, pero no me importa. Nada de lo que haga va a conseguir que me dé media vuelta.

-No voy a dejar que el tiempo, la distancia o lo que sea nos vuelva a separar. ¿No crees que un año y tres meses han sido suficientes? -Pongo el intermitente y adelanto a un coche rojo por la izquierda.-
-Necesito saber si esto es lo correcto, si...
-Claro que lo es. Me quieres, te quiero. No voy a esconderme otra vez Eva. Otra vez no.

Interrumpo sus palabras, no puedo soportar que me diga que esto no es correcto. Claro que lo es, es lo más correcto que he hecho en mi vida.
Querer estar con ella me ha hecho dar ese paso adelante que necesitaba para salir del agujero en el que yo solito me había metido.

-¿Por donde vas? -Sonrío al notar el cambio en su voz, ahora más suave, como si ella estuviese sonriendo también al otro lado del teléfono.-
-Entrando en Galicia. Ya he pasado el cartel que me da la bienvenida a tu tierra.
-Estas loco. -Escucho una pequeña risa que me hace morder mi labio inferior, que aumenta las ganas de llegar, de verla.-
-Lo estoy por ti.
-¿Te espero en mi casa?
-¿Eso es un sí a estar juntos? -Mi corazón da un brinco inesperado dentro de mi pecho. Una llama, una pequeña, se enciende dentro de mí. Mentiría si dijese que la ilusión no puede verse en mis ojos.-
-Es un sí a vivir todo lo que nos hemos negado antes. -Sonrío cómo no lo he hecho antes en la vida. Es un sí, es un sí a nosotros, a intentarlo. Es todo lo que quería escuchar, lo mejor que me podía pasar. Dejo escapar un grito que queda ahogado por el sonido del claxon de mi coche, que toco sin parar. Posiblemente me estén mirando los demás vehículos pensando que estoy loco, pero no niego que lo esté. Escucho la risa de quien casi puedo considerar ya mi novia al otro lado de los altavoces.- Eres un bebé.
-Dios, que ganas de abrazarte, de verte, de besarte. Voy a ser una lapa. ¿Estás preparada?
-Lo estoy. Aquí te espero, amor. -Mi corazón da un vuelco, se para unos segundos al escuchar esa palabra de sus labios.-
-Repítelo.
-¿El qué?
-Amor, llámame así otra vez.
-Idiota.
-Dilo. -Mis labios se estiran, esperando escuchar de nuevo ese apodo en su voz, hacia mí.-
-Ahora nos vemos, te quiero.
-Te quiero mucho Eva.
-Es recíproco.
-¿Qué es recíproco? -De nuevo pongo el intermitente para adelantar a un camión.-
-Que yo te quiero igual, o más.
-Entonces me quieres mucho.
-¿Quieres dejar el teléfono y prestar atención a la carretera?
-Es que me encanta hablar contigo. -Aprieto el volante entre mis dedos, con ganas de llegar ya.-
-A partir de ahora te vas a aburrir.
-Eso nunca.
-Ten cuidado bebé.
-Te quiero Eva.
-Y yo a ti, amor.

Me quedo con una sonrisa de gilipollas en la cara cuando su voz deja de colarse por los altavoces del coche.

No podía quedarme en mi casa sabiendo que mi lugar está a su lado.
Que es ahí donde quiero estar.
Llegar a mi casa y no verla, me hizo darme cuenta de que no podía perderla.
Que tenía que hacer lo que fuese para que sus miedos cogieran a los míos de la mano y nos dejasen volar juntos.

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