Capítulo 30.

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Aprender a quererte.

Capítulo 30.

24 de Septiembre, 2023.

"Abro los ojos sintiendo el peso de un brazo rodearme la cintura. Por su característico olor no me hace falta girarme para saber saber se trata de Hugo.

El día de ayer fue increíble, desde que me decidí a contestarte, pasando por su presencia en la puerta del hotel y terminando por los momentos en el parque del retiro.

Paso uno de mis dedos despacio por la línea que marca su mandíbula, durmiendo puede caerse el edificio que el chico rubio no sería capaz de despertarse.

Suspiro sin hacer mucho ruido y salgo de la cama, necesito ir al baño, alejarme también de él unos minutos para poder pensar. Para tratar de no perderme en todo lo que me hace sentir con tan solo estar ahí.

Apago la luz del baño, él sigue tumbado en la cama, con la fina sábana enredada en sus piernas que antes están entrelazadas con las mías.

¿Por qué con Hugo todo parece ser tan difícil?
¿Por qué no podemos ser como dos personas más que quieren estar juntas y lo están?

Avanzo despacio, rodeando la cama, volviendo al lugar que está vacío, donde sus brazos siguen abiertos esperando mi vuelta sin saber que me he ido.
Sonrío cuando su piel roza de nuevo la mía, cuando de lo más profundo de su garganta sale un sonido casi indescriptible, cuando con los ojos cerrados tira de mí y me acerca más a él, cuando me aprieta contra su cuerpo, cuando su respiración tranquila choca contra la piel de mi cuello.

Mi mano sube hasta agarrar su cara, hasta acariciar su piel, enredarse entre sus mechones de pelo. Él parece seguir dormido aunque sus dedos imitan a los míos sobre la piel de mi espalda, bajando cada vez un poco más.

¿Hago algo por evitarlo?
No. No lo hago y su mano llega hasta la parte más baja de mi espalda.

En mi cabeza aparece las palabras: "Solo amigos" con un cartel luminoso, en mayúsculas, parpadeando, recordándome que no me puedo dejar llevar por todos los instintos primarios que Hugo despierta en mí. Que para poder tener un futuro como algo más que solo dos desconocidos que no supieron tenerse en sus vidas, tenemos que echar el freno. Tenemos que parar. Decir no para poder decir sí más adelante.

Sus labios dejan un beso tímido, húmedo en la piel de mi hombro.
Sus ojos siguen cerrados, y sus dedos continúan haciendo prisionera a una piel que no deberían tocar.

-Hugo... -Ese verde que tanto me gusta me mira, casi sin abrir demasiado sus párpados, me súplica con la mirada que no lo haga retroceder, que al menos en esa posición volvamos a dormirnos.- Solo amigos.

Su cabeza se mueve hacia arriba y abajo lentamente, tan lento que apenas puedo percibir ese movimiento. Esconde su rostro en mi cuello y aspira, y suspira.

Y me hace poco a poco perder la cordura.
Cierro los ojos antes de ver que estoy a punto de tirarlo todo por la borda, que mi esfuerzo no vale de nada si él se aferra a mí como si su vida dependiese de ello, que mi cuerpo ha decidido ir por libre y desconectar la conexión con mi cabeza.

Cierro los ojos para no ver cómo mis manos agarran su cara para sacarla del hueco que hay entre mi hombro y mi cuello, para no ver como mis labios buscan los suyos y los encuentran dispuestos a seguir el juego que le proponen.

Ha pasado un año y tres meses, varios chicos, bocas que no eran la suya y que yo sigo rindiendome a la de él.

Un gruñido ronco se escapa de sus labios, muere en los míos y provoca un leve gemido por mi parte que termina por despertarlo del todo.

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