La testaruda y orgullosa hija menor, de remus Lupín, lexie. Se enfrentará a su quinto año escolar, después la muerte de su novio y su problema con las drogas. Promete no volver a sentir amor hacia nadie más... Pero llegan dos personas que cambiarán...
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—¡Deja de tocar mis cosas!—Le grite a mi molesto hermano, pero este no me hizo caso —¡Papá dile a teddy que me deje mis cosas quietas!
Papá volteó a vernos, sin dejar de revolver la masa que estaba cocinando —Teddy, deja a tu hermana en paz. Lexie, deja de gritar, estoy a unos metros de ti, te escucho perfectamente.
Mi hermano me sacó la lengua y se llevó uno de mis crayones, yo salí a perseguirlo —Si no me lo devuelve juro que le tiraré un maleficio imperdonable.
—¡Chicos!—Nos gritó nuestra abuela charlotte por primera vez—Basta.
Teddy me devolvió mi crayón y volvimos a sentarnos en el comedor.
—¿Que huele así?—Pregunte, con el ceño fruncido. Olía a...¿quemado?
—No hagas esa cara—Me regaño papá —Estoy haciendo lasaña.
—Pues parece que la lasaña se te quemo, por que huele horrible—Le dije, con una mueca.
Mi abuela se empezó a reír —¡Ja! Hasta la niña sabe que cocinas horrible, john.
Mi abuela siempre se burla de papá, el abuelo al principio lo hacía, pero ya no, así se llevan ellos tres —mis abuelos son por parte de papá, con los de parte de mamá casi no me hablo, ni los vemos.
Sonó la puerta —eso significa que mamá llegó— mi hermano y yo salimos corriendo a abrirla.
Por la puerta se asomó mamá, con su traje formal —trabaja en el ministerio de magia— y nos miraba con una sonrisa.
—¡Mamá!—Chillamos al uníson, mientras la abrazábamos.
Nos dirigimos con mamá al comedor, ella saludó a la abuela y después frunció el ceño —¿Que huele así?
La abuela se volvió a reír de papá, él la fulminaba con la mirada.
—Estoy haciendo lasaña—Le dijo el.
—Como que se te quemo, ¿no?—Le dijo ella, y él la fulminó con la mirada —Tengo algo mejor—Dijo, para después sacar de su bolso una caja de pizza.
—¡Si!—Grite, amo la pizza y no quería probar el intento de lasaña de papá.
Papá puso una de sus manos en su cintura, mientras con la otra tenía un guante y sostenía la olla —Me rindo—Dijo, para después quitarse el delantal de flores y vacas, es de él.
Él se sentó en el comedor mientras cada uno agarraba su porción de pizza —¿Cómo te fue hoy en el ministerio?
