La testaruda y orgullosa hija menor, de remus Lupín, lexie. Se enfrentará a su quinto año escolar, después la muerte de su novio y su problema con las drogas. Promete no volver a sentir amor hacia nadie más... Pero llegan dos personas que cambiarán...
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— Merlin... — Guarde mi uniforme de Quidditch en mi bolso —. ¿Es normal que este taaaaan nerviosa?
— Tranquila — Herms sonrió divertida, mientras me ponía una mano en el hombro dándome apoyo —. Lo harás increíble y serás la mejor capitana.
— ¿Y si no me obedecen? — La mire horrorizada.
— Siempre puedes tirarles un maleficio — Ella se encogió de hombros.
Estaba muy nerviosa, hoy escogería el equipo de Quidditch de Gryffindor y no tenía ni idea de cómo iba a salir todo. Quería hacer un buen trabajo, Wood y Angelina fueron unos muy buenos capitanes, no quería quitarle esa reputación al equipo.
Herms me acompañó hasta el vestidor. Por el Camino me saludaron algunas personas que verían a quien escogería para el equipo. Todos tenían la fe puesta en mi y yo dudaba tanto de mi misma.
Me puse el uniforme y llegue a mitad del campo. Se había presentado la mitad de la casa de Gryffindor, desde nerviosos alumnos de primer año aferrados a escobas viejas del colegio, hasta alumnos de séptimo mucho más altos que el resto y que mostraban una actitud intimidante. Entre éstos se hallaba Cormac McLaggen, que me miraba con una sonrisa radiante.
— Emm... — Me subí encima de la banca que estaba delante de todos, para que lograran verme —. ¿Hola?
Seguían sin prestarme atención, solo sabían gritar entre ellos.
— ¡Chicos! — Ginny les llamó la atención, pero ni se movieron.
Tenía muy poca paciencia hoy, así que se aguantaban.
— ¡OIGAN! — Todos me miraron horrorizados, por el grito que pegué, el grito era muy grande para mi pequeño cuerpo —. ¡Gracias! ¡Bueno, ya saben que deben hacer! — Los mire —. ¡Quiero buenos resultados! ¡Tenemos que seguir siendo el mejor equipo!
— ¡ASÍ SERÁ! — Gritaron todos y sonreí, esto de capitana no me iba tan mal.
McLaggen venía hacia mi y lo mire con una mueca horrorizada.
— Nos conocimos en el tren, en el compartimiento del viejo Sluggy — Se me acercó mirándome de pies a cabeza sin quitar su sonrisa, apartándose del grupo para besarme la mano—. Cormac McLaggen, guardián.
Enarque una ceja en cuanto vi mi mano babeada, por el beso que él había dado en ella.
— El año pasado no te presentaste a las pruebas, ¿verdad? — Lo mire ladeando la cabeza, me fije en su corpulencia y deduje que, seguramente, taparía los tres aros de gol sin siquiera moverse.
— Pues no, estaba en la enfermería cuando se presentaron — Me explicó con cierta chulería —. Perdí una apuesta y me comí medio kilo de huevos de doxy.
— Ya — Puse una mueca —. Bueno, si quieres esperar allí... — Señale el borde del campo, cerca de donde estaba sentada Herms y me pareció detectar una pizca de irritación en la cara de McLaggen. ¿Acaso ese chico esperaba un trato preferente por el hecho de que ambos eramos alumnos predilectos del viejo Slugg?
