La testaruda y orgullosa hija menor, de remus Lupín, lexie. Se enfrentará a su quinto año escolar, después la muerte de su novio y su problema con las drogas. Promete no volver a sentir amor hacia nadie más... Pero llegan dos personas que cambiarán...
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—Así que ya lo sabes...—Murmuré.
—¿Eh?—se hizo el desentendido.
—No te hagas el que no sabe—Puse los ojos en blanco—Se que sabes sobre mi licantropia.
Él suspiró—Si, siempre lo he sabido.
—¿Y aún así me hablas?—Le pregunte incrédula.
Él me miró con el ceño fruncido —¿Por que no te hablaría?
—Por que soy un maldito monstruo—Murmure, abrazándome a mi misma por debajo de las sábanas.
—No eres un monstruo—Me dijo el, con el ceño fruncido.
—Oh, perdón, soy un hermoso animal del bosque—ironicé y el se rió—No te rías, hablo enserio.
—Y yo también—Me dijo indignado—No eres un monstruo.
—¿Entonces que soy?—Le pregunte, enarcando una ceja.
Él suspiró —Una linda chica que necesita dormir.
—No tengo sueño—Murmuré.
—Teddy me dijo que dirías eso—El se puso de pie y se dirigió a la mesita de noche—Por eso tienes que tomar esta poción para dormir.
—¿Por que quieres que me duerma?—Pregunte, haciéndome la ofendida.
Él se rió suavemente —Créeme que lo que menos quiero es que te duermas.
A regañadientes me tome la poción y en cuestión de minutos me quede dormida.
Me desperté y lo primero que vi fue a hers leyendo un libro.
—Despertaste...—Me dijo, tenía una mueca triste en el rostro.
—No te entusiasmes mucho—Ironicé, poniendo los ojos en blanco.
Ella negó con la cabeza —No..., perdón, es que estoy un poco preocupada.
—¿Que pasó?—Le pregunte, con el ceño fruncido.
Ella suspiró —Umbridge torturo a harry, ese día del castigo ella lo había echo escribir con una pluma que la tinta es tu propia sangre... y hoy vi la cicatriz.
Yo la mire sorprendida, sabía que umbridge estaba loca, pero no pensé que tanto—Por merlin, hermione, potter tiene que demandarla.
—El no quiere hacerlo—Me dijo, con una sonrisa triste—Y no le puede decir a dumbledore por que él se ha estado comportando muy raro con harry.
No supe que decirle, así que solo suspire, estire mi brazo a mi mesita de noche para alcanzar unos caramelos que me dejaron los gemelos.
—¿Quien te los dio?—Me pregunto hers, con los ojos entrecerrados.
