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Sol, leía por milésima vez la carta que le había enviado cierto pelirrojo, cuando apareció de nuevo su lechuza.
«Me odio a mí mismo por haberte herido. Se que sigues molesta y tiene razón en estarlo pero por favor hablemos. -R.W. »
Ronald se equivocaba; ya no estaba molesta con él porque después de todo no se equivocó en lo que dijo. Anteriormente hubiera estado feliz por esas cartas pero ahora no podía arriesgarlo de esa manera así que le respondió.
«No me interesa saber de tí, te pido que no me escribas más. -S.R.»
«Lo lamento pero no puedo hacer eso, tengo que seguir intentándolo. -R.W.»
Sintió su corazón encogerse, quería llorar, presiono las hojas sobre su pecho. Se escuchó cómo se giraba la perilla de la puerta y rápidamente escondió las cartas sin embargo no pasaron desapercibidas para su padre quien tomó la última y la leyó.
─Le pedí que dejara de escribirme.─ explico Sol. Evan tiro delicadamente del brazo de su hija para abrazarla, colocó su barbilla sobre su cabeza y le dijo.
─Lamento que tengas que pasar por esto cariño.
─Lo sé pero lo mejor que puedo hacer es alejarme, no soportaría si le sucede algo.
─Tendrás que ser fuerte y mantenerte firme.
El jardín era el sitio favorito de Sol y su padre, desde que era pequeña jugaban, pintaban y charlaban por horas. Después de un rato juntos se fue, no le quiso decir a dónde pero Sol sabía que tenía que ver con el "famoso" plan pues le había pedido mentirle a su madre sobre su paradero.
─¡Sol!─ grito.
─Estoy en el jardín madre.
─Ven aquí, quiero mostrarte algo.─ la chica se levanto del pasto y se sacudió ─Mira ¿no es hermoso? ─ dijo mostrándole un vestido; la tela era lisa y negra, mangas ¾, la caída era suelta y llegaba arriba de los tobillos, en realidad bastante sencillo pero lo que levantaba el vestido era un corsé del mismo color y adornado de encaje.
─¿Y esto?
─¿Qué no ves? es un vestido─contestó con fastidio.
─Ya, eso lo sé pero ¿para qué?
─¿Por qué siempre lo arruinas con esos comentarios tan sosos?, un simple "gracias" hubiera estado bien.