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Ashley

―¿Preparada para volver a casa? ―me preguntó una enfermera, dirigiéndome una sonrisa amable, mientras me quitaba la vía del brazo sin mucha delicadeza.

Asentí un par de veces cuando me miró, aunque no pude evitar un gesto de dolor cuando sacó la vía. Me cubrió la herida con una tirita muy fina y tiró las sobras.

―Vamos a echarte de menos ―siguió ella. La verdad es que todo el mundo se había portado muy bien conmigo―. Y también a tu guapo amigo. ―Me guiñó un ojo con una risa.

―¿Qué amigo? ―preguntó Sky por mí, mientras yo buscaba el cuaderno para hacerlo.

―Christopher, claro ―replicó la enfermera―. Viene todos los días a hablar con nosotras para ver cómo está Ashley ―explicó y luego bajó el tono para hablarnos en plan confidente―. No voy a reconocer esto delante de nadie, pero las enfermeras nos hemos estado peleando para ver quién estaba en la sala a la hora que él viene ―bromeó con una risa.

Se me secó la garganta, por suerte entró Deacon y no pudo hablar más. ¿Por qué Christopher había ido allí a diario y no se había acercado ni a saludar?

―Ya tengo el coche en la puerta, ¿nos vamos? ―nos preguntó.

Asentí, mientras acababa de ponerme el abrigo y la bufanda para salir de allí. Hades corrió a mi lado en cuanto salí de la habitación. Dejé a Sky y Deacon ir delante. Me pareció que la chica le contaba la información de las enfermeras, y no quise escucharlo de nuevo. Me molestaba un poco que no se hubiera acercado ni a preguntarme... Era la primera persona a la que había visto al despertar. ¿Eso no significaba nada para él? No, seguramente no, qué estupidez...

Deacon abrió el maletero para Hades y yo me subí en el asiento trasero. Tenía un todoterreno grande y no tenía bandeja ni nada, así que lo de subir al perro atrás, parecía una formalidad, porque en cuanto me senté, apoyó la cabeza en el respaldo del asiento a mi lado y le acaricié distraída.

Mi hermano condujo hasta casa. Fue raro volver a ver las conocidas calles de Havenfield, pero me sentí en casa. En mi hogar.

Recordaba el día que me escapé de Jade, cogí un autobús y me planté allí, rezando porque Deacon sí me aceptase con él... Seguramente fue la mejor decisión de mi vida.

Suspiré aliviada cuando cruzamos la valla de casa y bajé del coche con una sonrisa. Mi hermano apenas había abierto la puerta de Hades, cuando el resto de perros se me lanzaron encima.

Tuve que dejarme caer al suelo de culo para poder acariciar a todos. Zeus y Hermes lamieron mi cara con desesperación y me empujaron con sus cabezas como si quisieran comprobar que estaba bien. Hades no se separó de mí, mientras sus efusivos hermanos trataban de asfixiarme de amor (aunque yo no tenía ninguna queja). Cuando los perros se relajaron un poco, Ares, el último perro de mi hermano, que era el más antisocial de todos, incluso conmigo, se acercó a mí también. Me abracé a él y no se quejó durante unos segundos, luego volvió a correr con los demás.

Hades fue el único que se quedó conmigo cuando los otros se fueron. Me levanté sacudiéndome el culo para quitarme la arenilla y miré la casa, pero estaba tal y como la recordaba. Deacon y Sky ya habían entrado y me dejaron la puerta entreabierta, así que los seguí.

Mi hermano estaba en la zona que hacía de cocina y volvió con bebidas para los tres. Sky me dio un golpecito a su lado en el sofá para que me sentase con ella.

―Te hemos comprado un regalo ―me dijo ella.

Extendí las manos con una sonrisa, haciéndoles reír un poco. Mi voz seguía perdida, pero no lo necesitaba para hacerme entender, al menos, la mayor parte del tiempo. A ratos era desesperante, pero me lo estaba intentando tomar con filosofía, como decía la psicóloga que había estado haciéndome sesiones en el hospital.

Cuando llegue tu hora - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora