Christopher
Cenamos con la abuela de Sky, que resultó ser una señora de lo más encantadora, aunque me sometió a un tercer grado. Incluso me obligó a llamarla «abuela» todo el rato. Ashley se reía y le respondía cuando las preguntas se desviaban hacia ella sin perder esa sonrisa enorme. La tormenta no paró, pero nuestras voces llenaron el salón y los truenos apenas se oían.
Yo no perdía de vista a la chica, que solo dejaba de sonreír cuando un ruido especialmente fuerte rompía el momento. Y, cada vez que eso pasaba, se agarraba a mi brazo unos segundos, aferrándose como si lo necesitase de verdad, y luego volvía a sonreír.
Y su sonrisa era lo mejor del mundo. Dios, me había enamorado de ella solo por oírla reír. Sin embargo, ahora lo hacía sin emitir ruido. Ya no soltaba esas carcajadas que me habían hecho escucharla desde el otro lado de la pista de entrenamiento y no era igual. Era como si fuera feliz a medias, como si no pudiera ser tan feliz como antes. Me pasé la mitad de la comida sintiéndome culpable por haberle arrebatado la risa. Luego me pregunté si podría devolvérsela, si existiría alguna clave tan mágica como ella que pudiera hacer que volviera a reír a carcajadas.
Decidí que sería mi nuevo propósito en la vida. La ayudaría, pero no solo eso, haría que volviera a reírse a carcajadas. Y esperaría el tiempo que fuera para conseguirlo. Luego le diría lo que deseaba decirle desde el principio de curso.
Tras aquello, una cena deliciosa y una conversación agradable, nos despedimos para dormir. La abuela de Sky me dio una manta y me dijo que podía dormir en el sofá. A mí me daba igual, así que no me quejé. Había escrito a mi madre para decirle que dormiría fuera y, tras despedirme de ellas, me tumbé y me arropé hasta la cintura.
El salón se quedó silencioso y a oscuras. Solo oía el agua al otro lado de la ventana, que me parecía relajante, y algún relámpago iluminaba de vez en cuando la estancia. Cerré los ojos y coloqué los brazos debajo de la cabeza. El sofá era ancho y no me pareció para nada incómodo. El de mi casa era peor y a veces dormía allí cuando me despertaba después de una pesadilla.
Y apenas estaba adormilándome, cuando oí unos pasos suaves y, un segundo después, sentí el peso de Ashley sobre mí. Abrí mucho los ojos, sorprendido, pero la chica escondió la cabeza en mi pecho.
―¿Estás bien? ―pregunté preocupado, porque me pareció que volvía a temblar.
Alzó la cabeza y me miró con los ojos llorosos o eso me pareció, porque veía muy poco. Negó un poco y cuando un relámpago inundó la habitación escondió la cabeza en mi pecho de nuevo.
―¿Pasa algo más, Ashley?
Negó sin salir de su escondite y su nariz rozó mi pecho haciéndome cosquillas. Cogí la manta y me moví un poco para que pudiera apoyarse en el sofá. Nos arropé a ambos hasta el cuello, porque parecía estar helada y dejé que su cabeza descansase sobre mi pecho, rodeando su cuerpo con un brazo para darle calor. Con la otra mano acaricié su pelo y su mejilla.
―Alguna vez vas a tenerte que reír mucho para mí ―murmuré, adormilándome de nuevo.
No sé si me escuchó, o si me entendió, pero frotó su cabeza de nuevo contra mi pecho y se aferró con la mano a mi camiseta, como si necesitase asirse a algo para no caerse. Y yo solo pude apretarla más fuerte contra mí y respirar su aroma dulce, mezclado con el de la lluvia.
-o-o-o-
Un carraspeo me despertó bruscamente. Tardé en recordar por qué estaba en un sofá y luego me di cuenta de que Ashley estaba completamente sobre mí. Estaba seguro de haberle dejado hueco al dormirnos, pero ahora tenía las piernas a los lados de las mías y su pecho estaba pegado al mío. Podía notar su cuerpo caliente y sus pechos apretados contra mí. Además, mis manos estaban sobre sus caderas redondas y ella respiraba con suavidad contra mi cuello, haciéndome cosquillas.
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Cuando llegue tu hora - *COMPLETA* ☑️
AdventureSer un Millerfort puede ir acompañado de dinero y una buena genética, pero Ashley sabe desde pequeña que, además de eso, es una maldición. Olvidada por sus padres en un internado tras otro desde que tiene uso de razón, nunca ha tenido a nadie a su l...