26

1.1K 216 29
                                    

Ashley

La mañana de mi cumpleaños amaneció gris y lluviosa. Supuse que era un homenaje a lo triste que me sentía. Odiaba la decisión que había tomado, pero tenía que hacerlo. Al salir de mi habitación, con unos vaqueros y una sudadera, me encontré a mis hermanos preparando la mesa para el desayuno. Decidí que podía decírselo después, no corría prisa, podía disfrutar de Bianca, Deacon y Will antes de romperme el corazón del todo.

Al final, me pasé más tiempo jugando con Scott que comiendo, el niño se partía de risa, y a mí me encantaba. También le echaría de menos. Hubo risas, felicitaciones y regalos a los que no pude prestar mucha atención, pero que agradecí de verdad.

Y, cuando estábamos recogiendo la mesa, el timbre me sobresaltó un poco. Christopher, Taki, Bonnie y Audrey llegaron en ese momento. Hubo más risas, felicitaciones y regalos. Yo solo quería estar con ellos, disfrutar de una última mañana.

Ya se lo diría después de comer. No había prisa.

Después de largarme de allí, me iría con mi madre a saber dónde y sabía que no volvería a ver a Christopher ni a mis amigas, así que me esforcé más que nunca en divertirme con ellos. Llovía a mares prácticamente (aunque por suerte no tronaba ni relampagueaba), así que nos quedamos en casa y jugamos a un juego de mesa que trajo Taki, de mímica y dibujos. Agradecí su esfuerzo por jugar a algo en lo que yo pudiera participar sin dificultad.

Lorcan llegó justo antes de comer. Me tensé un poco al verle. Era mi hermano del todo, sabía que eso no cambiaba nada, pero ¿por qué no me lo había dicho? Durante un rato me sentí mal, luego me rodeó con fuerza con sus brazos y se me pasó. ¿Qué más daba? No significaba nada.

Comimos todos juntos y la mesa empezó a quedársenos pequeña. En cierto momento, Sky me dio un golpecito al pasar por mi lado hacia Christopher, cuando estábamos recogiendo las cosas, y recordé lo que debía hacer. ¿Qué mejor momento que cuando estaban todos reunidos?

―Los demás no han podido venir ―me dijo Will, cuando volvimos a sentarnos con el postre.

Estaba mirando el quince por ciento de batería que me quedaba. Casi me pareció una señal del destino. Me quedaba tan poca batería como tiempo con ellos.

―No importa ―le escribí.

―Pero vendrán en navidades ―aclaró enseguida―. Es que es mala fecha ahora...

―No hacía falta que vinierais ninguno ―insistí, pero esta vez no les dejé meter baza y le hice un gesto para que me dejase acabar de escribir―. En realidad, quiero aprovechar que estáis aquí para deciros que me voy con mi madre.

―¡¿Qué?! ―Deacon fue el primero en reaccionar.

El silencio me pareció sepulcral alrededor. Deseé poder salir corriendo, pero iba a hacer aquello bien. Era suficientemente madura para tomar esa decisión y también para razonarlo.

―No mejoro, y no voy a hacerlo. No quiero ser una carga para nadie y mi madre quiere que esté con ella... Yo... Quiero volver a casa ―mentí y me alegré del tono neutro del móvil, que no dejó traslucir mis sentimientos y el temblor que tenía en ese momento. Tampoco levanté la vista del móvil―. Me iré ahora, he preparado mis cosas. Gracias por todo. A todos.

Me levanté para ir a buscar mi mochila y la nota de Christopher, que había doblado hasta que pude apretarla en un puño. Lorcan entró en la habitación antes de que pudiera darme la vuelta si quiera y casi me dio un infarto por la sorpresa cuando cerró la puerta tras de sí.

―¿Estás segura, Ashley? ―me preguntó―. Sabes que siempre has tenido sitio en París.

―Tú sabes que odio a los franceses ―le escribí, sin dejar de apretar la nota en mi mano―. Es lo que quiero.

Cuando llegue tu hora - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora