- Capítulo doce -

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Hicimos la torta junto a Hannah, y al terminarla Lex se fue. No sin antes probarla, y hablar con mi mamá de vaya a saber qué. No escuchaba porque hablar con Hannah me tenía más entretenida, y como no la había visto en todo el día, tenía muchas cosas para contarme.

En cuanto Lex cerró la puerta de entrada, mamá me cuestionó sobre por qué había hecho que me fuera a buscar al colegio, al principio sostuve la mentira que habíamos comenzado con Sam, pero no mucho después admití que había sido amable conmigo y quiso hacerme el favor de sacarme de la escuela. Cuando lo dije, me di cuenta de algo, aquello que Sam había hecho por mí no lo hacía cualquiera, mejor dicho, nunca había visto algo así. Sobre todo, un favor viniendo de una persona que apenas conocía. 

No me había pedido algo a cambio, y me sonaba raro. Las sospechas que tenía se iban confirmando poco a poco.

Mamá me cuestionó, también, sobre el casillero que habían roto en la escuela, me miró con los ojos entrecerrados al preguntarme si yo sabía algo de eso. Maldije a Lex en mi interior por contarle, y luego contesté firmemente que no sabía nada, solamente lo mismo que Lex le había dicho a ella. Sorprendentemente, me creyó, ¿cuándo me había vuelto tan buena en mentir que ni siquiera mi propia madre se daba cuenta?

Después de que toda la charla terminó, vino papá y cenamos. Fue una cena común, con charlas sobre lo que papá había hecho en su trabajo, y lo que mamá y Hannah hicieron durando el día. Yo no tenía mucho para contar, ya que, como estuve durmiendo, no tuve mucha actividad.

Una vez en mi habitación, el sueño rápidamente volvió a mí. Era extraño, había dormido muchas horas y sin embargo, seguía cansada. 

Antes quedarme dormida, pensé en Jensen, y en que me había prometido que iría a visitarme aquel día, pero no había aparecido. No era común en él decirme algo que luego no cumpliría. En su lugar, vino Lex, a la persona que menos esperaba, que menos quería ver. Aunque, la había pasado bien, y no habíamos peleado. Al parecer, solamente habíamos empezado mal, y ahora podíamos construir una amistad. Sí, definitivamente podía verme siendo amiga de Lex.

Cerré los ojos, y esperé a que el sueño terminara de vencerme.

Desperté sudando, las pesadillas volvieron a mí. No me acompañaron como la noche anterior, estas duraron menos, pero aún podía ver las imágenes claramente: las cadenas rompiéndose, yo fuera de control y matando a un inocente. De tan solo pensarlo me agarraba escalofríos. ¿Qué sería de mí si aquel sueño sucediera de verdad? ¿Qué sería de la persona a la que mataría? 

Sabía que era solamente un sueño, mi imaginación, pero podía pasar. Podía ser que una noche las cadenas de verdad se rompieran y yo terminara asesinando a alguien con mis propias manos solamente porque estaba bajo el control de la luna llena. 

Debía encontrar una solución, debía hacerlo antes de que me convirtiera en un monstruo.

El pitido de la alarma me arrancó de mis pensamientos, la apagué y miré el reloj. Seguía cansada, pero no como antes, así que podía aguantar el resto del día con tranquilidad.

Bajé a desayunar, y en cuanto terminé, papá se ofreció a llevarme al colegio, pero como no estaba nevando, decidí ir caminando.

La nieve seguía allí, más abundante que antes, pero se podía caminar, aunque tardé un poco más de lo normal en llegar al colegio, valió la pena tener un momento a solas para pensar en cualquier otra cosa.

—¡Jensen! —Sonreí al verlo apoyado en mi casillero, él me sonrió de vuelta, achinando sus ojos celestes como el cielo, y me abrazó—. No viniste ayer —dije en cuando nos separamos.

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