- Capítulo treinta -

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Luego de que Jensen me dijera que no estaba enamorado de Sam, nos vimos interrumpidos por Jessie queriendo meterse en la conversación. Quería saber qué había sucedido la noche en la que logré controlarme, y cuando Jensen y yo le contamos todo con lujo de detalle, Jessie se ofreció a acompañarme hasta mi casa. Supuse que Jensen tenía cosas que hacer ya que no se resistió ante el ofrecimiento de su compañero. 

Finalmente, me despedí de todos y comencé a caminar junto a Jessie. La mitad del camino fue en silencio, Jessie parecía estar disfrutando de la caminata, parecía que estaba complacido por estar unos momentos lejos de la manada, y me sentiría mal si interrumpía sus pensamientos.

Cuando estábamos ya a un par de cuadras de mi casa, me resistí más.

—¿Por qué fue Jensen solo quien apareció en el sótano aquella noche? —Era una pregunta que me venía atormentando desde hacía un par de horas.

—Pensé que nunca me preguntarías eso. 

—¿Estabas esperando que te lo pregunte? —Asintió—. ¿Y por qué no me lo contaste en vez de esperar? —Se encogió de hombros.

—Porque es más divertido responder a una pregunta. —Suspiré. Jessie me caía bien pero su personalidad me confundía a vece —. Bueno, ya que insistes te lo diré. —Se quedó unos minutos en silencio.

—¿Y? —chillé.

—¡No me apures! —contestó riendo, provocando que yo también lo hiciera—. Fue Jensen porque tienes un vínculo más fuerte con él que con cualquier otra persona. —Me quedé pensando ante su respuesta.

—Pero cuando me nombró a Hannah volví a mi forma humana.

—Tienes razón, pero no hay una sola persona en este mundo con quien tienes un gran vínculo. Tu hermana es una de ellas, sí, pero también lo es Jensen. ¿Acaso no recuerdas que le pediste que se fuera? Eso era porque no querías hacerle daño. —Suspiró—. No estabas en tu forma completa de lobo, es decir, eras tú pero a la vez no lo eras. Oías lo que te decía y a veces tenías pensamientos claros y podías hablar, pero tus acciones estaban descontroladas. ¿No es así? —Asentí—. Bien, es decir que ya con Jensen junto a ti tenías una conexión a la tierra. Él te mantenía en tu lugar, solamente necesitabas un empujón más, algo más fuerte, que fue tu hermana. —Mientras digería lo que decía, otra pregunta vino a mi mente.

—¿Y por qué no había funcionado antes? Es decir, si él era un cable a tierra, ¿por qué no logré controlarme antes?

—Porque no te diste cuenta. A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos, aunque esté frente a nuestros ojos. —Otra vez hubo un silencio entre nosotros, mientras me ponía a pensar en lo que había dicho—. A Jensen le importas mucho.

—Y el a mí.

—Sí, pero no de «esa» forma —recalcó. Lo miré de hito a hito—. Tranquila, yo solamente estoy averiguando cosas porque me gusta, es mi hobbie.

—¿Estás diciendo que Jensen tiene sentimientos hacia mí? —Jessie de encogió de hombros. Me estaba exasperando, ¿por qué no me decía las cosas de una vez?

—Al principio sí, ahora no lo sé. Sólo sé que siempre serás alguien importante para él. —Se tomó unos segundos antes de seguir—. ¿Nunca lo viste de otra forma? ¿Más allá de un amigo? —Negué con la cabeza.

—No. —Jessie asintió. Y el resto del camino lo hicimos en silencio.

Jessie no me acompañó hasta la puerta, le pedí que nos despidiéramos antes para que mis padres no hicieran ningún tipo de preguntas.

Cuando entré a casa, estaba mi padre solo, Hannah y mamá habían salido a hacer unas compras, así que me senté junto a él en el sofá y nos pusimos a mirar televisión. Se me ocurrió mirar el celular, y cuando lo hice me di cuenta de que tenía dos llamadas perdidas de Lex y un mensaje también de él, en el cual se leía «Gabby, ¿estás en tu casa?». No tenía ganas de hablar, estaba cansada y solamente pensaba en comer e irme a la cama de nuevo. Así que simplemente escribí otro mensaje en respuesta diciéndole que lamentaba no haberle respondido antes, que había estado muy ocupada y que nos veríamos al día siguiente en el colegio.

Me contestó con un simple «Está bien. Nos vemos mañana», y pasé el resto del día junto a mi papá, y frente al televisor.

Al otro día me costó muchísimo volver a levantarme para empezar una nueva semana en el colegio, más sabiendo que tendría dos horas con el profesor de Historia que tanto me odiaba. 

Sin embargo, me armé de valor para prepararme, guardar en la mochila el buzo de Jensen e ir al colegio.

Llegué al casillero a paso lento, el cuerpo me pesaba y los ojos se me cerraban solos, no recordaba en qué momento me había ido a dormir, pero estaba segura que era tarde porque nos habíamos quedado viendo una película.

Apenas abrí la puerta del casillero cuando Jensen me saludó.

—Traje tu buzo —fue lo primero que dije mientras abría la mochila.

—Puedes quedártelo. —Lo miré sorprendida.

—¿En serio? —Él asintió.

—Sí, la verdad es que no lo necesito, y se nota que te gusta. —No pude evitar sonreír y llenarme de ternura.

—¡Gracias, Jensen! —dije abrazándolo.

—De nada. Vamos a clases, antes de que el de Historia te baje puntos —habló divertido, puse los ojos en blanco y lo seguí.

Cuando entramos al aula, aún estaba vacía. Jensen se sentó, como siempre, en uno de los primeros asientos y yo me fui al fondo, mientras más lejos estaba del profesor mejor.

Los alumnos comenzaron a llegar, entre ellos Lex, quien me dio un beso en los labios y se sentó delante de mí.

—¿Qué hiciste ayer? —preguntó dándose la vuelta. Me encogí de hombros.

—Nada, estuve con Jensen. —Algo en su mirada me dijo que no le gustó lo que le dije, pero lo ocultó rápidamente—. ¿Tú? —pregunté.

—Hice el trabajo de Historia. —Quedé helada, como si estuviera en la nieve desnuda. ¿Había un trabajo de Historia? ¿De todas las materias que había, tenía que olvidarme de «Historia»?—. ¿No lo hiciste? —preguntó. Negué con la cabeza—. ¿Te lo paso?

—Se dará cuenta y nos bajará nota a ambos.

En aquel momento, Sam y Alison me saludaron.

—¡Te dije que no llegaríamos tarde! —exclamó Sam sentándose en el pupitre que estaba a mi lado, y Alison se sentó delante de su amiga.

—«Es» tarde, Sam. Que todavía no haya llegado el profesor...

—Espera—dije—. ¿Llega tarde? Si siempre es puntual...

—Apenas pasaron cinco minutos —repuso Sam, y se volvió para discutir con Alison.

El profesor nunca llegaba tarde, y mucho menos cuando había un trabajo que entregar. Siempre estaba en el aula antes de que nosotros llegáramos, a más tardar entraba junto a los alumnos.

Decidí esperar, pero pasaron diez minutos, y luego veinte. Y no apareció. Algo muy impropio en él.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora