- Capítulo veintiséis -

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El viaje fue en silencio, no había nada que hablar y ninguno de los dos queríamos ser molestados por una conversación incómoda que no llevaría a nada. Cuando llegamos a mi casa pensé que me dejaría y se iría, pero en su lugar, Jensen fue hasta mi habitación y se quedó allí conmigo. Si había algo que me gustaba de él, era que nunca sabía con exactitud qué haría.

Me senté en la cama mientras que él se quedó parado mirando por la ventana que daba a la calle.

—¿Qué pasó con Lex? —preguntó, tomándome de sorpresa.

—Discutimos, ya te lo dije —repetí.

—¿Pero qué le dijiste para llegar a que terminaran? —volvió a preguntar. Suspiré y dudé unos instantes antes de responder.

—Que no confiaba en él.

—Y es mentira.

—Sí. —Admití.

—¿Por qué no le cuentas la verdad? —Esta vez se dio la vuelta para mirarme.

—Jensen, ¿no has escuchado lo que Emily dijo? —dije, ya un poco irritada—. Lo más probable es que si le cuento ahora, lo ponga en peligro.

—Tal vez ya está en peligro —susurró. No contesté, y Jensen en vez de decir algo, se sentó en la cama, frente mío—. Yo sé que no es de mi incumbencia, pero todo parece estar mejor cuando estás bien con él. —Sonreí débilmente. Jensen apoyó su mano sobre la mía, demostrándome su apoyo.

—Ya veré qué hacer mañana, ahora estoy cansada.  —Él entendió que estaba lo invitando a que se fuera, alejó su mano y se aclaró la voz antes de volver a hablar.

—Te quiero, Gabby. —Por un momento me quedé helada ante sus palabras, porque era la primera vez que lo oía decir eso.

—Yo también te quiero —susurré antes de abrazarlo, y cuando nos separamos él se puso de pie y se dirigió hacia la puerta—. ¿Jensen? —lo llamé antes de que se fuera, se dio la vuelta—. ¿Algún día me contarás sobre tu familia? —Él sonrió.

—Te contaré todo sobre mí, cuando las cosas se calmen. Te lo prometo. —Y pude ver un brillo especial en sus ojos mientras me sonreía. Luego abandonó la habitación.

Me quedé sola y me acosté en la cama, aunque no me dormí, solamente me quedé mirando al techo blanco mientras pensaba en todas las cosas que había sucedido en tan poco tiempo. ¿Cómo era posible que las cosas hubieran cambiado tanto desde un día para el otro? Cuando comenzaba a comprender que debía pasar una noche al mes en el sótano de una casa abandonada porque me transformaba en mitad lobo, llega la confesión de Jensen, y empecé a pensar que finalmente estaba a salvo y podría controlar mi vida, pero después me secuestran y me entero de que no solo mi vida corre peligro, sino la de todos los que me rodean. Incluso la de Lex, la que tanto luché para que estuviese a salvo. Ahora todos estaban metidos en un callejón sin salida, un callejón al que yo misma los había guiado.

Una vez más, las cadenas frías se ajustaban alrededor de mis muñecas mientras la frente de mí papá sudaba más que antes. Supe que todo lo que había sucedido lo ponía aún más nervioso. 

Terminó, y me dio un beso en la frente antes de desaparecer por las escaleras.

Esperé a que aparecieran Emily y su manada, pero nadie llegó. Comenzaba a sentir los latidos de mi corazón más acelerados y el sudor comenzaba a caer de mi frente mientras luchaba por lo que me estaba por ocurrir, aferrándome a la idea de que Emily vendría.

Cuando estaba por dejarme vencer, oí pasos descender por la escalera, pensé que era mi papá pero me sorprendí al ver a Jensen.

—Siento llegar tarde, es que tu padre no se movía del sillón y mucho menos se quedaba dormido. —Se disculpó arrodillándose delante de mí.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora