Cuando desperté mis ojos fueron directamente hacia el reloj, que marcaba las diez menos cuarto. Había dormido bastante pero mi cuerpo parecía más cansado que nunca, aun así, sabía que si seguía durmiendo cuando volviera a despertarme sentiría más sueño que antes.
Me levanté, tomé un baño y me vestí con un pulóver rosa claro, un jean también claro y unas zapatillas negras. Apenas terminé, tomé el celular para ver si tenía algún mensaje, para mi gran alegría, un número desconocido apareció en la pantalla.
«¿No vendrás al colegio?», leí. Terminaba con un «Soy Lex.», me lo había enviado a las ocho de la mañana, pero como estaba dentro del cajón y en vibrador, no lo había oído. Decidí contestarle que no y que luego hablaríamos.
Bajé a desayunar con mi mamá y Hannah, quien también se acababa de levantar así que todavía llevaba el pijama y el pelo enmarañado.
Tomé una taza de café que mi mamá había hecho y una tostada con mermelada, luego, como no tenía nada que hacer, le dije a mi mamá que iría al centro a pasar un rato.
Al llegar al centro, este estaba desolado, y las pocas personas que había, estaban dentro de los cafés. Pero más que ellas, en la calle no se veía a nadie.
Pasé por la biblioteca y no dudé ni un minuto en entrar. Saludé a la señora que siempre estaba detrás del escritorio, me quedé un rato hablando con ella, contándole que había tenido el horario muy apretado y por eso hacía tiempo que no aparecía por allí. Al terminar la conversación, fui hasta la sección que conocía bien. Donde estaban todos los libros sobre la mitología.
Tomé uno que me llamó la atención, aunque no estaba tan esperanzada en encontrar algo que me sirviera. Fui a tomar un asiento en los sillones que estaban ubicados al fondo junto con unas mesitas. El libro se llamaba Mitos y leyendas: guía ilustrada de su origen y significado, la investigación la había hecho alguien llamado Philip Wilkinson. Al abrirlo, me encontré con mitos divididos por continente. Era un libro entretenido y llamativo, pero, sin embargo, no tenía nada que me sirviera a mí. Aun así, pasé un tiempo leyéndolo hasta que me llegó un mensaje.
Era un número desconocido, fruncí el ceño. No podía ser Lex porque ya lo había guardado en la agenda. En el mensaje, leí «¿Dónde estás?», dudé un momento antes de responder.
Jensen tampoco podía ser porque también tenía su número guardado, además, no intentaría contactarme por mensaje cuando el día anterior lo había ignorado completamente.
Contesté, preguntando quién era.
Unos segundos después, me llegó otro mensaje, el mismo número, diciendo que era Sam. Pude respirar normalmente, aunque no era algo por lo que alarmarse, una parte de mí se sentía insegura después de que Jensen me dijera que había gente queriendo lastimarme.
Le dije que estaba en la biblioteca del centro, y ella volvió a responder diciendo que no me moviera, porque estaba yendo para allá.
¿Qué estaba sucediendo? Después de cómo la había tratado, era raro en ella este tipo de comportamiento, esperaba que me ignorara hasta que le pidiera perdón. Esto me hizo preocuparme.
Dejé el libro sobre la mesita, y miré a mí alrededor. Había solamente dos personas, dos chicos, exactamente. Sentados en los sillones de la punta, uno sostenía un libro que no alcanzaba ver el nombre, pero era color amarillo. Parecía de unos veinte años, tenía el cabello negro y de vez en cuanto levantaba la vista para decirle algo al chico que tenía en frente. Éste parecía más pequeño, diría que de mi edad, dieciséis. Tenía en la mano un libro blanco, era rubio y también solamente levantaba la vista para hablar con, quien supuse, era su amigo.
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Moonlight
WerewolfGabby es una adolescente común y corriente. Hasta que una noche es mordida y convertida en mitad lobo; ella piensa que tiene todo bajo control pero cuando comienza a sentir que la siguen y su cuerpo lucha para convertirse en lobo cada vez que se enf...