- Capítulo veintitrés -

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Abrí los ojos lentamente mientras los recuerdos de lo que me había sucedido volvían a mí. Una punzada de dolor me vino en el lado derecho de mi rostro, instintivamente me toqué y el dolor se intensificó.

Miré a mí alrededor. Me encontraba en el suelo frío de un lugar oscuro. Mi vestido estaba manchado, al igual que mis manos y todas las partes de mi cuerpo que tocaban el piso, parecía que no había sido limpiado desde hacía mucho tiempo. En el lugar había pocos muebles, y cajas. Además de la mugre en el piso, el techo estaba lleno de telarañas. 

Me puse de pie rápidamente y todo me dio vueltas. Cuando pude estabilizarme, noté que la única iluminación que había provenía de una pequeña ventana cerca del techo. Me acerqué, pero no pude ver nada ya que, (a) estaba muy alto y (b) también estaba sucia.

En ese momento me di cuenta de que estaba en un sótano. Mi mente divagó por el que yo usaba cada luna llena, por un instante creí que podía estar ahí y sería fácil salir. Pero luego me di cuenta de que era demasiado obvio, quien quiera que fuese el que me metió allí, claramente me había llevado a un lugar que desconocía por completo.

Antes de seguir inspeccionando el lugar, me quité los tacos y los tiré a un lado. Me toqué el vestido buscando el celular, pero me desilusioné al darme cuenta que lo había dejado en la mesa del baile.

El baile. Lo último que recuerdo fue haberme peleado con Lex y haber salido al pasillo hasta meterme en un aula, y ahí fue cuando quedé inconsciente. 

Lo único que pensaba ahora era en salir. Volví a mirar la ventana y pensé que podía caber por ahí, solamente necesitaba llegar. 

Miré a mí alrededor otra vez, observando cuidadosamente cada mueble viejo. Ninguno parecía de máxima seguridad, pero había uno donde podía subirme y alcanzar tranquilamente la ventana sin importar si se rompía o no. Por un instante pensé en probar salir por la puerta, pero estaba claro que la persona que me había metido en aquel sótano se había asegurado de que no saliera por ahí. Así que tomé el mueble de un lado y comencé a empujarlo. Me detuve al instante cuando hizo un ruido demasiado fuerte al ser arrastrado. Miré hacia las escaleras que daban a la puerta y esperé a que se abriera, pero nada sucedió. Nuevamente, esta vez sin tanto miedo, seguí arrastrando el mueble hasta llegar a la ventana. Me subí y traté de empujar la ventana para que se abriera.

Pero todo acabó cuando oí la puerta abrirse y de repente alguien me agarró del tobillo y me hizo caer al suelo. Haciendo que me golpeara con fuerza contra el mueble y el piso.

Comencé a patalear y tirar golpes con los brazos, pero fue inútil. Ya que con un solo movimiento la otra persona puso ambas manos sobre mi cuello y comenzó a asfixiarme, como reflejo propio traté de zafarme pero no pude. Entonces el dolor que era tan intenso comenzó a disminuir. Pude enfocar la vista. Y, aunque creí que volvería a asfixiarme, las manos quedaron con la fuerza justa para que no pudiera escaparme.

Encima de mí pude ver a un muchacho de pelo oscuro, que parecía unos años más grande que yo. Me resultó extrañamente conocido.

—Debes quedarte aquí en silencio y no intentes escapar —dijo. El tono de su voz era raro, parecía mucho más madura de lo debía ser.

No dije nada. Lo único que pensé era que debía salir de allí. 

Noté que mi cuerpo estaba entre sus piernas, las cuales estaban estiradas. Me las arreglé para que, antes de que me soltara, pudiera doblar una de mis piernas y golpearlo en su entrepierna. Inmediatamente me soltó y se corrió, agachado por dolor. Me puse de pie lo más rápido que tuve y me acerqué al mueble, pero nuevamente el chico se interpuso en mi camino, agarrándome del brazo y dándome la vuelta para pegarme con el puño cerrado en el rostro. Caí al suelo. Miré a mi alrededor, y frente mío había un pequeño caño de acero. Lo tomé con mi mano y cuando el chico se dio la vuelta para seguir golpeándome, le di con el caño en el rostro. 

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora