- Epílogo -

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Después de aquella noche en el cementerio, no volví. No me sentía preparada para enfrentar aquellas emociones de nuevo.

Pero ahora era primavera, y el tiempo había pasado rápidamente, la policía había dejado en paz a mi familia porque los padres de Jensen (a quienes aún no conocía) habían pedido explícitamente que no nos molestaran.

Cuando pensaba en Jensen ya no me sentía mal, al menos no como antes, todavía sentía el mismo vacío, que sabía que no se me iría nunca. Lo había querido demasiado, había llegado a amarlo como amigo, y nunca llegaría a procesar completamente todo lo que había sucedido.

Aquel día, compré un ramo de jazmines, amaba el color blanco y el perfume que desprendían. Era de mañana, el sol estaba en lo más alto y había un poco de viento. El clima estaba agradable y aquello se notaba: la gente estaba en la calle paseando, amigos, familiares, novios. Todos con una sonrisa en su rostro.

Lex me había llamado para ver si podíamos hacer algo esa misma tarde, así que sabía que mi único momento para estar sola y hacer lo que quería era por la mañana.

Caminé hasta el cementerio.

Había varias personas y me sentía rara porque la única vez que había ido era de noche, estaba cerrado y no se oía nada más que mi llanto y el silbido del viento.

Estaba acercándome a la lápida de Jensen cuando vi a dos personas, una mujer y un hombre. La mujer era rubia y el hombre de cabello castaño claro. ¿Podían ser los padres de Jensen? Me detuve en seco. No sabía si estaba preparada para esto.

Pero debía hacerlo. Tomé aire y avancé.

Cuando llegué, dejé las flores que había comprado junto a las que ellos habían dejado: las mismas rosas rojas. Los miré, y ellos ya me miraban con una sonrisa en el rostro.

-Tú debes de ser Gabby -dijo la mujer, tenía los mismos ojos que Jensen. Me sorprendí. ¿Cómo era posible que me conocieran? Solamente pude asentir-. Jensen nos habló mucho de ti. Yo soy su madre, Melissa.

-Y yo su padre, Gabriel -dijo el hombre con una sonrisa en el rostro, él tenía los ojos color verde.

-Un gusto. Me encantaría decir que Jensen me habló sobre ustedes... Pero... Bueno, nunca llegamos...

-Lo entiendo -dijo Melissa. Le agradecí internamente-. Si quieres conocernos, podemos ir a tomar un café... -Su voz y su actitud era tan dulce que no pude rechazarla, además me encantaba la idea de saber más sobre Jensen.

-Me encantaría. -Sonreí.

Nos quedamos un rato ahí, hasta que decidimos que era hora de irnos.

Sabía que iba a ser una conversación triste y en ciertos puntos incómoda. Pero la verdad es que no me importaba, porque sabía que nos centraríamos más en los momentos felices de Jensen, y yo tendría la oportunidad de contarles cuánto amaba a mi mejor amigo, todo lo que él me había enseñado. Más allá de controlarme como lobo, me había enseñado el verdadero valor de la amistad, y de cómo uno siempre debe permanecer fiel a lo que es.

Él me había convertido en lo que soy hoy, y siempre le voy a estar agradecida.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora