- Capítulo veintinueve -

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Cuando me despedí de Lex volví a mi habitación, pensaba en recostarme y tratar de dormir, pero en cuanto toqué las sábanas, golpearon mi puerta.

—¿Gabby, estás despierta? —Era Hannah. 

Abrí la puerta y estaba del otro lado con el cabello enmarañado y una cara que parecía todavía estar pegada a la almohada.

—¿Qué sucede, Hannah? —pregunté dejándola pasar.

—¿Puedo dormir contigo? —Sin esperar respuesta ya se metió en la cama, bajo las sábanas.

No es que quería a que esperara por una confirmación o negación, la realidad es que siempre era bienvenida a mi habitación. 

Me metí junto a ella en la cama, y apenas lo hice, Hannah se quedó dormida. Recordé el momento en que Jensen me había nombrado a mi hermana, y por eso volví a mi estado humano. Hannah significaba todo para mí, y estaba segura de que haría lo que fuese por protegerla.

Cuando desperté, vi que Hannah todavía seguía a mi lado, me di la vuelta para mirar el reloj y quedar atónita al ver que ya era el mediodía. ¿Cómo era posible que hubiese dormido tanto?

Moví el hombro de Hannah, y esta bufó.

—Hannah, ya es tarde —dije, ella volvió a bufar, totalmente desencantada con la idea de que tuviéramos que levantarnos y, con toda la pereza que cabía en una nena de siete años, se puso de pie y caminó hasta el baño de mi habitación.

Esperé a que saliera para darme una larga ducha.

Cuando salí me puse ropa deportiva para estar en casa y doblé el buzo de Jensen, dejándolo sobre el escritorio para no olvidarme de llevárselo al día siguiente.

Bajé y, como era tan tarde, decidimos almorzar todos juntos.

Pensé que iba a pasar una tarde tranquila, pero en cuanto Jensen me envió un mensaje pidiéndome que fuera a la casa del bosque, tuve que inventar una excusa para que me dejaran salir de casa. Fue difícil. Ninguno de mis padres querían que estuviera sola por ahí, pero en cuanto les dije que me encontraría con Jensen, se calmaron y accedieron, haciéndome prometer que les enviaría un mensaje de texto en cuanto llegara a donde él.

Para mi mala suerte, tuve que ir caminando, y aunque no estaba lejos, hacía frío. Me abrigué lo más que pude y solamente me llevé el celular.

Cuando llegué a la casa del bosque, había un silencio sepulcral. No era una sorpresa, porque siempre estaba así, pero nunca dejaba de ponerme los pelos de punta. Estaba a punto de llegar, aún estaba a varios árboles de distancia, cuanto me tomaron del brazo bruscamente, haciendo que me diera la vuelta. Instintivamente, con mi mano hecha un puño, quise pegarle a esa persona, pero esta la detuvo, entonces como último recurso apoyé mi brazo en su cuello con fuerza y lo llevé contra un árbol.

Casi se me cae el alma a los pies al ver los ojos verdes llenos de diversión de Declan. 

Lo solté rápidamente, aún agitada y cuestionándome cómo era posible que no me hubiese dado cuenta que era él. Todo había sucedido tan rápido que no tuve tiempo para pensar.

— ¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loco?! —chillé, llevándome una mano al corazón para sentir cómo mis latidos iban acelerándose.

—Jensen me contó que pudiste controlarte, quería ver cuánto habías avanzado —contestó, evidentemente divertido.

—¿Y para eso necesitabas atacarme en el medio del bosque? —Su sonrisa se ensanchó. 

—Era necesario. Veo que tienes más fuerza, más reflejos. Está pasando todo tan rápido... —Esto último lo dijo más para sí.

Sentí que algo me tocaba el hombro y me di la vuelta sobresaltada.

—Ya, tranquila. Yo no voy a luchar contigo —dijo Jensen levantando ambas manos.

—No sé... —Miré a Declan—. No me sorprendería que todos quieras probar cuánto cambié. —Declan sonrió satisfecho y me dieron ganas de pegarle pero Jensen volvió a hablar.

—Deberíamos entrar. Hace frío. —Declan y yo seguimos a Jensen que iba varios pasos por delante.

Declan trató de pasar su brazo por mis hombros pero yo lo aparté de un empujón, unas risitas salieron de su boca y no pude evitar sonreír. Hacía poco que los conocía pero me caían bastante bien y sabía que lo mejor era mantener la paz entre nosotros. También, tomé ese pequeño tramo para enviarle un mensaje a mi mamá, avisándole que estaba con Jensen.

Cuando entramos, para mi sorpresa, todos se encontraban en el living.

—¿Cómo fue? —preguntó una emocionada Amanda con sus ojos grises llenos de emoción.

—Bien —contestó simplemente Declan, sin darle importancia. Lo miré con reproche, ¿eso tenía nada más para decir?

—Gabby lo inmovilizó contra un árbol —agregó Jensen, y Amanda abrió la boca, formando una perfecta «O».

— Wow. —Atinó a decir—. ¿En serio, Declan? —El chico parecía no querer dar muchos detalles de lo que había sucedido. 

—Sí, no fue nada —dijo encogiéndose de hombros, restándole importancia.

—¿Qué no fue nada? —chilló Amanda, y así es como empezó una gran discusión entre estos dos. Nunca pregunté, pero me imaginaba que había sentimientos entre ellos que iban más allá de la simple amistad. Se notaba cuando se miraban, bromeaban y hasta cuando discutían.

—¿Te quedarás con mi buzo? —preguntó Jensen, haciéndome acordar de que lo había dejado sobre el escritorio. Me golpeé la frente ante tal distracción mía.

—Mañana te lo llevo a la escuela. 

—Está bien, no pasa nada. 

—¿Tiene tu buzo? —preguntó Jessie acercándose. Jensen asintió —. ¿Cómo? 

—¿En serio importa eso, ahora? —cuestionó Jensen, y Jessie entornó sus ojos verdes, haciendo saber que la pregunta que había hecho tendría una respuesta pronto.

—¿Podemos hablar? —le dije a Jensen, él sonrió—. Afuera. —Asintió y ambos salimos por la puerta, rápido, antes de que alguien tuviera la oportunidad de preguntarnos algo. 

Nos sentamos en el porche y nuestras vistas se perdieron en la hilera de árboles frente nuestro.

—¿Alguna pista de la otra manada? —pregunté. Jensen negó con la cabeza, y sentí que me desilusionaba.

—No. Pero deberías tener mucho cuidado, Gabby. No sabemos de lo que realmente son capaces. 

—Son capaces de asesinar — dije mirándolo, aunque él tenía vista aún perdida en los árboles.

—Sí. Y si son capaces de eso, ¿de qué más? —Tenía razón. Sabía que debía tener cuidado, pero la angustia que proteger a los demás que habían sido arrastrados a esto por mi culpa, era más grande que protegerme a mí—. Gabby. —Volví al presente. Jensen me estaba mirando fijamente—. Sabes que siempre cuidaré de ti, ¿verdad? —Me sorprendió, así que solamente asentí con la cabeza—. Quiero que sepas que no importa qué suceda, siempre voy a estar contigo, y siempre vas a poder confiar en mí. —Sonreí.

—Gracias, Jensen. 

—De nada. Es una promesa. —Volví a sonreír. Me encantaba pasar tiempo con él, y saber que siempre estaría conmigo pero tampoco me sobreprotegía.  

—Ayer vino Lex —dije, la mirada de Jensen pasó de estar sobre mí a estar perdida nuevamente entre los árboles.

—Sí, lo vi ayer. ¿Qué pasó? —preguntó, pero una parte de mí sabía que preguntó más por cortesía que por querer saber.

—Creo... —Dudé, buscando las palabras correctas—, creo que volvimos. —Jensen asintió y me miró.

—Me alegro por ti, de verdad —dijo sonriendo.

—¿Y tú con Sam? —pregunté cambiando de tema. Él se encogió de hombros.

—Es una buena amiga. —Bufé, y Jensen rió—. Y es bonita, pero no creo que suceda nada.

—¿Por qué no?

—Porque no estoy enamorado de ella.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora