- Capítulo dieciséis -

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En cuanto Lex abandonó la habitación, decidí tomar una ducha. Quería quitarme cualquier rastro de sangre, transpiración y ponerme algo que no estuviera pegado a mi cuerpo.

Agarré el jogging gris y una remera azul de mangas largas, fui al baño de mi habitación y abrí el grifo. Esperé a que el agua estuviera medianamente caliente, porque de repente había empezado a tener frío. 

Cuando me desvestí, me metí bajo el agua y cerré la cortina de la ducha, escuché que tocaban la puerta, sin dudas era mi mamá.

—Adelante —dije, mi voz sonó débil. 

Oí a mamá entrar y cerrar la puerta tras sí.

—¿Podemos hablar? —Asentí con la cabeza, pero me acordé que no podía verme.

—Sí. 

—¿Qué pasó? —preguntó. Comencé a pasar la mano por donde tenía las manchas de sangre, borrándolas.

—No lo sé. Al parecer no puedo controlar el enojo, y eso hace que comience a convertirme en un lobo —resumí.

—¿Y la sangre?

—Tampoco sé. Sam y Alison me dijeron que sucedió cuando tocaron el silbato en la cancha, pero yo estaba en los vestidores. —Mamá se quedó en silencio unos segundos.

—¿Y con Lex? —Esta vez, yo guardé silencio. ¿Por qué me preguntaba eso? 

—Nada. 

—Tus amigos me llamaron y sonaban muy preocupados, dijeron que te habías dirigido al bosque. —Mi mamá tenía esa sutileza que cuando sabía que no conseguiría que hablara sobre cierto tema, lo cambiaba. Aunque siempre terminaba retomando el anterior. 

Me pregunté cuánto tiempo tardaría en volverme a hablar sobre Lex.

—¿Cómo sabían?

—Te vieron caminando hacia allá. —Debería de haber supuesto que primero se asegurarían a dónde me dirigía. Me recriminé el no ser más cuidadosa.

Ninguna de las dos hablamos por unos segundos, hasta que mamá volvió a retomar la conversación.

—Encontraremos una solución a lo que te sucede, Gabby —dijo, tratando de darme esperanzas, pero yo sabía muy bien que no hallaría nada en los libros que ella leía, no había nadie que pudiera ayudarme.

Recordé a Jensen. Había dicho que me encontraría para hablar, pero ya no sabía si me sentía cómoda encontrándome con él. Sabía que me ocultaba algo, y tenía una idea en la cabeza sobre qué sería, pero de tan solo pensarlo me daba escalofríos y una parte de mí deseaba que fuera mentira, porque nunca podría perdonárselo. 

Otra parte de mí, sabía que si mis sospechas eran verdad, entonces él sería una esperanza.

—¿Qué hacías en el bosque, Gabby? —preguntó mi mamá.

—Quería estar sola —mentí. No podía decirle que me había encontrado con Jensen, tenía miedo sobre qué pensaría.

Otra vez, el silencio inundó el baño mientras lavaba mi cabello.

—Deberías hablar con Lex. —Sonreí. Sabía que retomaría el tema de Lex.

—¿Por qué? —Traté de sonar lo más tranquila posible.

—Porque se fue de acá bastante alterado. Estoy segura que estuvo tratando de averiguar la verdad. —No dije nada, confirmando lo que acababa de decir—. Y creo que se merece saberla.

Fruncí el ceño. 

—No, no debe saber la verdad. —Escuché el suspiro de mi mamá.

—¿Por qué?

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora