Encerrados
— ¿Asi que querés saber cómo se llama el buen vecino? —Indaga mi amiga suspicaz.
—Sí, ¿vos te acordás? Porque yo no. —Digo evitando mirarla directamente.
Corto la lechuga mientras ella pasa la carne por el pan rallado.
— ¿Y por qué pensás que puedo acordarme? —Su voz se vuelve jocosa.
—No sé, capaz que prestaste atención… siendo que a pesar de estar histérica por el perro; tuviste tiempo de mirarlos bien… —Insinuo con burla.
Se ríe divertida.
—Ya te dije, ciega no me quedé —Repone pícara. Niego con la cabeza riéndome por lo bajo. —A ver si me acuerdo, sé que era un nombre medio raro… —Se pone pensativa, aunque sospecho por su expresión que sí lo sabe y se hace la interesante. —Su amiguito, al que tan bien golpeaste se llama Adán —Le doy un suave codazo ante su innecesario recordatorio. —Y éllllll…
—Nat... —Me río porque pone cara de suspenso.
— ¡Ah sí! Uziel, ese es su nombre. —Revela con gesto curioso. —Pero porqué te interesa ahora saber como se llama, amiguis. —Me empuja juguetona con su cadera.
—Porque él sí se acordaba del mío. —Respondo con simpleza.
—Ajá, y contame; cuándo dijo tu nombre exactamente —Quiere saber estrechando sus ojos.
—Hoy a la mañana, conversamos un rato mientras bajábamos. Cuando nos despedimos lo hizo…
—Pero vos no, porque no habías prestado atención a ese detallito —Completa sacudiendo la cabeza.
—Estaba ocupada escuchando tus quejas sobre el pobre perro. —Argumento en mi defensa.
—Ajá… sin embargo ahora sí que te diste cuenta de él, ¿me equivoco? —Susurra sugerente.
—Solo porque quedaría mal si la próxima vez dejo en evidencia que no me acuerdo cómo se llama él. —Explico ligera.
—Ujummmmm… con que la próxima vez, ¿eh? —Vuelve a empujarme.
—Sí. Somos vecinos, y así como me he cruzado con otras personas que viven acá, podríamos volver a coincidir. —Expongo encogiendo los hombros.
—Claro, claro. —Emite una risita tonta. Ahora la empujo yo, riendo también. Es imposible no hacerlo cuando se pone así. —Y de qué hablaron los buenos vecinitos si puedo saber. —Curiosea, en tanto pone aceite en una sartén para freír las milanesas.
—Bueno, me contó que conoce a mis tíos, y que antes que nosotras llegáramos les había dicho sobre un conocido que necesitaba alquilar.
— ¿En serio?
—Así dijo.
—Uh, qué mal entonces que nosotras hayamos terminado siendo sus nuevas vecinas ¿no? Un bajón. —Dice burlona. Sonrío por su gesto lleno de picardía. — ¿Qué más te contó? ¿de dónde conoce a tus tíos?
—Según me dijo su papá y mi tío son amigos y colegas de trabajo. —Comento distraída haciendo la ensalada.
—Mirá qué pañuelo es el mundo ¿no? —Musita alzando sus cejas repetidas veces.
—Ja, ja, ja. Ya basta Nat, sos terrible.
— ¿Yoooo? Naaaa que ver amigaaaaa —Reímos las dos. —Bueno ya, esta bien. Entonces… ¿qué más hablaron? —Dice concentrándose en la cocina.
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Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al Corazón
RomanceEl corazón no siempre acierta cuando se enamora. El corazón de Maia cometió el error de latir por alguien que no lo merecía, y eso casi le cuesta la vida. Afortunadamente, sobrevive. Sin embargo, todavía hay mucho por superar, y es por eso que decid...