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Cansada después de un largo día, llego a casa. Es martes, pero lo siento como si fuera viernes. No he parado de ir de un lado a otro desde ayer, debido a un nuevo trabajo en un country en la zona de Tigre para un reconocido futbolista. Es genial, no me quejo, porque este tipo de remodelación me abre más puertas, sin embargo la exigencia de la mujer del jugador es agotador.
Subo al ascensor soltando un suspiro, apoyo la espalda en la pared metálica y espero a que las puertas se cierren. Al minuto siguiente estas vuelven a abrirse en mi piso. Salgo al pasillo sacando las llaves de mi cartera, pero me detengo un momento al ver a una chica de espaldas a mí, mirando hacia la puerta de Uziel.
Avanzo despacio, y ella voltea a oír mis pasos. Es alta, unos centímetros más que yo. Su pelo rubio, lacio, se mueve como una cortina a su alrededor cuando gira. Sus ojos son verdes claro, y su físico tan impresionante que hace me sienta un poco incómoda. Es muy hermosa.
Me observa con atención, y tengo que desviar la mirada ante su escrutinio. Detengo mi andar frente a mi puerta, le doy la espalda pero sé que sigue mirándome porque la siento clavada en mis omóplatos. Meto la llave y la giro, la puerta se abre, pero antes de que pueda dar un paso hacia adentro, su voz me detiene.
—Disculpame, ¿sos Maia?
Extrañada la miro sobre mi hombro.
— ¿Sí? —Arqueo mis cejas.
—Eh..., no nos conocemos. Yo soy Georgina —Se presenta, dibujando una sonrisa tensa.
Giro por completo hacia ella, sosteniendo el picaporte de la puerta y cerrándolo un poco.
La inquietud me recorre con rapidez, sin embargo le dedico una pequeña sonrisa también.—Ah, mmm... Sí, sos prima de Adán. —Dudo qué más decir. Saberla acá, frente a la puerta de Uziel y que sepa de mí me desconcierta.
Ella asiente, y su mirada verde me inspecciona de arriba a abajo, lo que genera me inquiete.
—Así es... —Confirma. —Yo estaba esperando encontrarlos a algunos de ustedes. —Dice señalando la puerta de él y la mía. —Toqué, pero parece que Uziel no está, solo escuché unos ladridos pero nada más. —Explica, y como si Coco la hubiera escuchado se pone a ladrar. —No llamé a tu puerta porque... no sabía si estaría bien... —Vacila, y noto su cuerpo rígido.
—Ah... —Digo confundida. Al parecer las palabras me fallan, porque es todo lo que se me ocurre decir.
Georgina se da cuenta de mi confusión, por lo que explica con rapidez.
—Hay un problema con el calefón en el departamento de Adán, lo llamé y le mandé mensajes pero no me respondió. Busqué al encargado para pedirle ayuda, pero no lo encuentro y pensé... que ustedes podían darme una mano.
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Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al Corazón
RomanceEl corazón no siempre acierta cuando se enamora. El corazón de Maia cometió el error de latir por alguien que no lo merecía, y eso casi le cuesta la vida. Afortunadamente, sobrevive. Sin embargo, todavía hay mucho por superar, y es por eso que decid...