✧ 41 ✧

93 25 10
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°∘˚˳°

Pasaron varias semanas, y solo puedo describirlas como perfectas. En mi trabajo las cosas marchan sobre ruedas, ya hemos avanzado bastante con la remodelación en la casa del country  para el futbolista y su exigente mujer. Además de ese tengo otro en el Delta para un diputado. Hay días que son interminables entre un trabajo y otro, pero los disfruto, sobretodo cuando Uziel para sorprenderme aparece por ahí y paseamos aprovechando que hay bonitos lugares allí para pasar los fines de semana.

Mi relación con él es increíble, él lo es. No pierde oportunidad para hacerme sentir única. Como había prometido, a cada momento me demuestra lo especial e importante que es nuestra relación, y lo mucho que me quiere. Incluso me asombra con algún regalo, algo que yo empecé a no cuestionar y solo disfrutar. Me mima demasiado.

El invierno se instaló en Buenos Aires, la ola polar en ocasiones hace que no querramos salir de casa, por lo que nuestros planes se reducen a estar en su departamento o en el nuestro, donde hacemos maratones de serie o películas con nuestros amigos. Ciertas noches Uziel está ausente, debido a que sigue con sus guardias en la clínica veterinaria, como anoche. Pero en su lugar queda Coco. Sí, cada tanto me hago cargo de él, a pesar de que a Nat no le haga gracia. Ahora ya se acostumbró, aunque es una pesada con el tema de los pelos de él en el sofá o cualquier rincón del departamento, por lo cual, compré una aspiradora de mano y tema resuelto.

Me levanto con mucha pereza, espío por la ventana para saber cómo está el día. Nublado y helado, noto por el vidrio empañado. Gracias al cielo tenemos aire acondicionado en cada cuarto. El roce de unos pelos en mis piernas hace que mire hacia abajo. Le sonrío a Coco y le remuevo el cabello hacia atrás para ver sus ojitos.

—Buen día Coquin. —Lo saludo con cariño por el apodo que le puse. — ¿Dormiste bien? —Se estira posando sus patas delanteras en mí, lamiendo mis manos. —Eso debe ser un sí. —Miro hacia el piso buscando rastros de que haya ensuciado mi habitación. Sé que está entrenado y además tiene su bandeja sanitaria en un rincón que Uziel me dejó para él, aun así suelo desconfiar, ya que nunca tuve un perro y más, compartiendo mi cuarto. —Muy bien, me voy a ir a cepillar los dientes, me visto y te doy tu desayuno para después llevarte a tu casa, ¿sí? —Le rasco el cuello y las orejas.

Caminamos hacia la puerta, pero al escuchar voces del otro lado en el pasillo, me detengo.

— ¡La verdad que no te entiendo, Nat! —Es la voz de Adán, y parece molesto. Me quedo quieta. —En serio traté estos meses de comprender qué es lo que querés, pero ya está, no puedo. —Abro los ojos sorprendida.

Hasta ahora nunca lo había escuchado tan enojado, y sé que debería alejarme de la puerta, pero la curiosidad me puede. ¿Qué hizo mi amiga ahora?

— ¿No pensás explicarme qué hago mal? —Le exige él.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora