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Promesas en su mirada

—Estas muy pensativa —Susurra Uziel, que está sentado a mi lado. Besa mi sien, y me observa. — ¿Qué pasa?

Le sonrío, y niego con la cabeza.

—Nada importante —contesto, y beso sus labios con rapidez. Inclina la cabeza y por su expresión, sé que no me cree. — ¿Qué? —digo, con una sonrisa suave.

—Que sospecho lo que es. —Expresa con simpleza en mi oído.

— ¿Sí? —asiente. Y sé que sí, pero no quiero mencionarlo, por lo que vuelvo a besarlo, esta vez más largo, más fuerte. Su brazo me rodea la cintura, acercándome más. —Hoy es un día especial, el día de ellos —alejo un poco mi cara para mirar hacia las puertas del salón de fiestas. Mi hermano y Eloísa se casaron hace una hora, y todos estamos esperando a que lleguen. —No quiero hablar de otra cosa, no ahora. —Enfatizo.

—Prohibido pensar en otras cosas, entonces —Murmura. Su voz ronca me eriza la piel de punta a punta. — ¿Ya te dije que estás hermosa con ese vestido? —Me besa en el hombro.

Aprieto los labios, excitada.

—Creo que sí, pero no estoy muy segura —balbuceo, con la piel cosquilleando donde me besó.

—Imperdonable por mi parte no dejártelo bien claro —arrastra sus dedos de mi cintura hacia arriba por mi columna, trazando un camino de fuego que creo podría incendiar el vestido de seda color azul —Voy a sufrir muchísimo hasta que acabe la fiesta.

— ¿Por qué? —Articulo con voz amortiguada.

—Porque mi cabeza solo va a estar imaginando muchas maneras de quitarte este vestido, y hasta que pueda hacerlo, será una tortura... —Acerca sus labios a la curva de mi cuello, me inclino más hacia él, cerrando los ojos, y aguantando un gemido de placer que ruega salir de mi boca. —Qué afortunado soy... —susurra, inhalando fuerte.

Abro mis labios para decirle que somos dos los afortunados, pero las palabras quedan atrapadas, ya que los aplausos a nuestro alrededor nos sacan de nuestra burbuja. Mi hermano y mi cuñada, ya llegaron.

Muchas fotos, emoción y risas de felicidad después, la fiesta da comienzo. Los novios abren el baile, moviéndose por la pista central al son de la canción de Bryan Adams -Heaven. No puedo contener las lágrimas al verlos, ver a ambos mirarse con tanto amor y respeto, con la mirada empañada porque es demisiado fuerte para ellos, para todos en realidad. No volteo a mirar, pero sé que cada persona que es testigo de este triunfo para ellos, está feliz por los dos, y también se conmueven. Pienso con tristeza, lo hermoso que hubiera sido tener a nuestros padres, que lo vieran así, pleno, feliz, realizando sus sueños junto a la mujer que ama. Se sentirían tan orgullosos como yo, sé que lo están, sé que ahora mismo y siempre están a nuestro lado, en nuestro corazón, pero nunca será lo mismo que a tenerlos. Daría lo que sea por traerlos aunque sea solo unos minutos, abrazarlos...

—Dijimos que nada de pensar cosas tristes —me susurra Uziel al oído, mientras coloca su pañuelo de tela en mi mano.

—No es triste, bueno, un poco —me seco las mejillas bajo su atenta mirada. —Pensaba en mis papás, en lo lindo que sería que ellos estuvieran acá, que lo vieran cumplir su sueño. —Señalo con el pulgar hacia los novios dándoles la espalda para que no me vean llorar.

—Entiendo, amor —lo miro entre mis lágrimas, enternecida, ya que es la primera vez que llama así. —Pero ellos están con ustedes, siempre.

—Lo sé, aunque no es lo mismo... 

—Por supuesto que no —me atrae hacia sí, y yo me dejo abrazar, gustosa por sentirlo.—Obvio que no es lo mismo. —Me reconforta besándome en el cuello. — ¿Qué te parece si ahora vas y bailas con el novio? Estoy seguro que le va a encantar bailar con su preciosa hermana.— Sonrío. —Andá, porque después quiero bailar con mi novia. —Lo dice de una manera tan sensual, que me sonroja.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora