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La necesidad de verla fue más fuerte de lo que pensaba

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La necesidad de verla fue más fuerte de lo que pensaba. Cuando me avisó que no podríamos vernos porque se había enfermado, ni siquiera lo pensé; solo actué. Compré todo solo con una cosa en mente: venir a estar con ella.

Estos días charlar con Maia por el celular, recibir un simple Hola, algún audio con su suave voz o una carita de risa ante alguna broma de mi parte; hicieron que mi interés por conocerla, tenerla cerca crecieran.

Y ahora, mientras preparo el té para ella y la escucho estornudar o toser, provoca que no deje de sonreír.

Llevo bastante tiempo sin interesarme por una mujer de esta forma, y en el fondo siento que con Maia podría valer la pena.

Cuando tengo lista la infusión regreso al living. La encuentro recostada con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, los ojos cerrados. Su cara luce pálida, su nariz fina enrojecida y el pelo revuelto atado de cualquier forma, y aún así; linda y adorable.

¿Cómo puede provocarme tantas sensaciones juntas?

- ¿Estás bien? -Pregunto con suavidad.

Maia abre sus párpados, levanta la cabeza y su mirada llorosa me causa ternura.

-Estoy bien. ¿De qué es el té? -Se sienta en posición indio, mirando la taza.

Se lo acerco pidiéndole tenga cuidado.

-Tiene romero, eucalipto, jengibre y miel. -Explico.

Arruga la nariz con desagrado, lo que genera me ría despacio.

-Gracias a la congestión que tengo no voy a sentir nada -Dice con cierto alivio.

- ¿Nunca te hicieron remedios caseros? -Indago sentándome al lado suyo.

-Sí, mi mamá me hacía cuando era chica, pero nunca me gustaron. -Responde con expresión de asco. Aproxima la taza a su boca y después de soplar toma un sorbo chiquito. Se vuelve hacia mí, con esa sonrisa que tanto había querido ver. -Gracias.

-Un placer -musito atento, deseando poder acercarme y besarla. -No está tan mal o sí.

-No tanto.

Se muerde los labios, retirando sus ojos de los míos.

-Me crucé con Natalie cuando se iba, me dijo que estabas acostada por eso esperé un poco para venir. -Comento sin dejar de observarla.

Vuelve a tomar, y mirarme.

-Se despidió pero ni siquiera tuve fuerzas para abrir los ojos -, se ruboriza ligeramente. Sus ojos negros lagrimosos por la gripe - ¿Fue hace mucho?

-Una hora, masomenos.

Asiente despacio bebiendo más.

-La tuve que convencer para que se fuera, no quería dejarme sola -Comenta aclarándose la garganta.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora