El corazón no siempre acierta cuando se enamora. El corazón de Maia cometió el error de latir por alguien que no lo merecía, y eso casi le cuesta la vida.
Afortunadamente, sobrevive. Sin embargo, todavía hay mucho por superar, y es por eso que decid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Les puedo traer algo de tomar? —Nos ofrece Adán.
Giro la cara hacia él, apartando la mirada de los ojos pardos de Uziel.
Voy a negar, cuando Natalie interviene;
—Sí, claro. —Accede por lo que la miro extrañada. Pero me sorprende más cuando agrega: —Te acompaño a la cocina, ¿Puedo?
Adán le sonríe con agrado y asiente.
Nat se aparta de al lado mío, y sigue al amigo de Uziel, dejándome acá descolocada.
¿Qué hace?
Pienso mientras la veo caminar por delante de Adán, mirándose de una forma que me hace sospechar.
—Sentate Maia. —Habla Uziel, atrayendo nuevamente mi atención a él.
—Ah, gracias... —Murmuro haciéndole caso.
Me acerco al sofá detrás mío y ahí me acomodo. Él hace lo mismo en el sillón que está en el costado.
— ¿Todo bien? —Pregunta pendiente.
—Sí bien. ¿Y vos?
—Mucho mejor, te lo aseguro.
—Tu amigo dijo que todavía no del todo.
—No pasa nada es normal. El estómago me queda dado vuelta después de un episodio. En serio ya estoy bien, casi como nuevo —Asegura con tranquilidad.
—Bueno, me alegro que así sea. Me sentí fatal toda la tarde —admito por lo bajo. Él sacude la cabeza de una lado a otro. —Necesitaba quedarme tranquila de que estuvieras realmente bien... Por eso vinimos. No estaba segura si era buena idea ya que podrías haber estado descansando y no quería molestarte. —Las palabras fluyen sin más, asombrandome.
—No me habrías molestado —Musita sonriendo un poco. El aleteo en mi pecho regresa. —Además ese trabajo ya lo tiene Adán —Apunta hacia la cocina con expresión burlona.
Mis labios se curvan hacia arriba al escucharlo.
La risa de Nat proveniente de la cocina, atrae nuestra atención.
— ¿Me pareció a mí, o ellos se llevan muy bien? —Manifiesta Uziel volteando a verme.
— ¿También lo notaste?
—Si vos lo hiciste entonces no estaba imaginando cosas... —comenta arqueando su ceja izquierda.
Sonreímos los dos con complicidad. Una que me resulta demasiado inquietante... Excitante también.
¡Estas derrapando mal Maia!
Justo en ese momento aparecen nuestros amigos, riéndose, provocando que Uziel y yo sonriamos más todavía.