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Agarro las cosas que dejé listas para pasar la noche con Uziel, me despido de Nat que me sonríe con picardía desde el sofá y cruzo la puerta principal, encontrándolo a él al otro lado apoyado en el marco de su puerta.

Nos sonreímos.

Viene hacia mí y sin decir nada, con su bonita sonrisa en su cara, se hace cargo de mis cosas para luego plantarme un fuerte y largo beso en la boca.

Se separa de mí, que suspiro bajito por esa efusividad.

- ¿Comiste florcita? -Pasa su brazo por mi hombro y caminamos hacia el interior. Le digo que no y asiente satisfecho. -Genial, porque pedí la cena. ¿Te gustan las hamburguesas? No me di cuenta de preguntarte antes. -Cierra la puerta y avanzo hasta el sillón.

Coco está echado ahí, y mueve la cola al verme pero no se acerca, parece cansado.

-Una cosa Uziel -levanto mi dedo índice y él espera atento a lo que voy a decir. -Algo importante sobre mí es que no tenés que preguntarme si quiero o me gustan las hamburguesas, porque son mi debilidad.

Se ríe divertido, acercándose e invadiéndome con su perfume.

- ¿Así que tu debilidad, eh? -Me apresa con uno de sus brazos pegándome a su pecho. - ¿Querés saber cuál es la mía ahora? -Murmura y su aliento a menta me roza los labios.

- ¿Cuál es? -Pregunto fingiendo inocencia. Sonrío cuando desliza su mano hacia mi cadera y la aprieta contra él, mostrándome su erecta respuesta.

Me sonrojo. Un sonido gutural brota de su garganta al notar mi rubor.

-Esa reacción tuya me tortura, ¿sabías? -Niego con la cabeza, soltando el aire temblorosa. Siento que deja caer con cuidado mis cosas a nuestros pies, aferrándome después con sus dos brazos y elevándome del suelo para caminar conmigo a cuestas. -Tenemos unos veinte minutos antes de que llegue la cena.

-Uziel... -resuello escondiendo mi cara en su cuello.

Pronto estoy tumbada de espaldas en el sofá, respirando agitada, ansiosa, con mis manos subiendo y bajando por su columna. Las suyas se escabullen debajo de mi remera, ascendiendo con suavidad, dejando un rastro de fuego sobre mi piel.

-Voy a disfrutar del postre antes de la cena -declara besando mi barbilla, mi cuello, descendiendo a mi pecho.

Suspiro, jadeo y hiervo bajo sus caricias.
Uziel me arrastra a su antojo, me envuelve en esta burbuja de deseo y amor haciéndome experimentar sensaciones que estoy segura jamás sentí, y que jamás volveré a sentir. Su cuerpo y el mío se acoplan con tanta facilidad como si llevarán mucho tiempo buscándose y al fin se hubieran encontrado.

En los minutos siguientes, u horas, ya no sé, pierdo por completo mi lugar en el tiempo y espacio. Nada existe, nada duele, nada lastima. El mundo se reduce a él, y su manera de hacerme el amor. Y me aferro a esto con cada latido de mi corazón.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora