✧ 45 ✧

85 17 5
                                    

Facetas del amor

Guío al caballo por el sendero siguiendo al instructor, atenta al camino y a Tomi que va delante de mí observando todo con entusiasmo. No es la primera vez que cabalgamos juntos, pero ha pasado mucho tiempo, así que lo hago con cuidado.

Volteo ligeramente para mirar a Uziel, que viene detrás de nosotros montado en un precioso caballo negro. Me sonríe cuando me atrapa observándolo, y le devuelvo el gesto con un cosquilleo en el centro del pecho.

Nos detenemos minutos después para descansar. El guía se acerca para ayudar a Tomás a bajar, luego Uziel me ayuda a mí. Una vez en el suelo, estiro mis piernas, sintiendo un poco de incomodidad entre ellas debido al paseo.

-Es una vista preciosa -dice Uziel, respirando hondo. -La calma que acá se respira es... increíble.

-Sí, realmente dan ganas de quedarse, y vivir rodeado de esto.

Contemplo las montañas, los árboles tan altos como rascacielos, y el arroyo que bordea el paisaje. Desde donde estamos podemos ver el mirador, y a quienes como nosotros, han escogido hacer actividades. Algunos practican el Kayak, otros cabalgan, y otros disfrutan de pescar.

-Podriamos hacerlo -murmura Uziel abrazándome por la cintura. Por un momento no entiendo a qué se refiere, por lo que aclara; -Quedarnos. Me gusta la idea.

Sonrío.

-Ya lo creo, es muy tu estilo -Le doy un beso, echando una mirada de reojo hacia Tomás. No le agrada ver nuestras cursilerias. Así las llama: -Si dentro de unos años seguimos juntos, lo hablaremos.

- ¿Por qué en unos años?

-Porque acá no tendría las oportunidades que tengo en Buenos Aires en cuanto al trabajo. Quiero esa experiencia, quiero crecer tanto como pueda, y tal vez cuando lo logre, pueda pensar en vivir esta paz.

-Entiendo. -Me besa él ahora. Un beso chiquito, pero dulce y poderoso para mi corazón. -Dentro de unos años lo volvemos a hablar. Porque yo no pienso dejarte ir en al menos... Una eternidad. -Susurra guiñándome.

Y sí, me pongo roja, y más cuando volteo a mirar a mi sobrino, y encuentro su cara de hastío. Pone los ojos en blanco, y mueve las manos para preguntar si ya terminamos.

Me rio y le digo que sí.

A partir de entonces nos dedicamos exploramos todo lo que el guia nos propone. Vamos a todos los lugares, hacemos casi todas las actividades. Reímos mucho. No paramos, lo disfrutamos todo. Al final del día terminamos exhaustos. Cenamos unas hamburguesas que compramos de camino a la casa (de la que soy dueña y donde crecimos con mi hermano), y después, los tres, quedamos rendidos en el sofá.

-No hay chance de que se despierte, ¿no? -Pregunta Uziel, señalando a Tomi.

Adormilada y acurrucada al lado suyo, miro a mi sobrino.

Está boca abajo en el sillón frente al nuestro, dormido aunque debería decir; noqueado. Tan profundamente, que un fino hilo de baba le empieza a colgar de la comisura. Me río entre dientes, por la ternura, y porque sé que si él en este momento se llegara a despertar, se enojaría porque lo estamos mirando en un momento tan gracioso e íntimo para él.

-Lo dudo mucho -sonrío divertida.

- ¿Aunque lo levante y lo lleve a su cama?

Muevo la cabeza, negando.

-No hace falta, conociéndolo, mañana va a estar tan avergonzado de que lo hayas llevado aúpa que no va poder mirarte a la cara, y a mí me va reprochar que te dejara hacerlo.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora