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Pasaron unos días, y tanto Natalie como yo, nos fuimos acostumbrando a nuestra rutina

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Pasaron unos días, y tanto Natalie como yo, nos fuimos acostumbrando a nuestra rutina. Gracias a la ayuda de mi tía Susi, que es contadora, logramos entrar a trabajar en una exclusiva empresa de remodelaciones, ubicado muy cerca, en Palermo. Pero a Natalie la enviaron a otra suscursal, por lo cual debe salir antes.

—Tengo una pelota en el estómago, así que no voy a comer nada. —Se sienta un minuto en la silla junto a la mía, mientras se arregla la botamanga del pantalón.

—No deberías ir con el estómago vacío —Opino, entre tanto, acomodo mis carpetas en el maletín que compré ayer.

—Voy a vomitarle a alguien en el subte si lo hago... —sacude la cabeza negando. —Los nervios me están matando.

—Tranquila, te va a salir todo estupendo. Tenés que ser positiva.

Alza la cabeza para mirarme.

—Si a esa señora no le gusta el diseño que hice basada en sus preferencias, pierdo el proyecto... y vos y yo sabemos que no estoy para perderlo. Es uno grande y nada menos que para la mujer de un importante político. No solo el pago es bueno, sino los contactos que tiene. Si le gusta, una sola recomendación suya, me va a dar la posibilidad de trabajar para personas iguales de importantes.a ¿Cómo puedo estar tranquila?

Hago una mueca entendiéndola muy bien, también tengo un proyecto super importante y que necesito salga bien. Algunos de nuestros compañeros saben cómo conseguimos el trabajo, no sé cómo se habrán enterado, pero desde que llegamos hay quienes nos observan de reojo, claramente pensando que no merecemos estar ahí porque fuimos "acomodadas".

—Te digo yo que le va a encantar, a mi me encantó. —Musito ligera.

—Obviamente, sos mi mejor amiga y me ayudaste en algunas ideas...

—Naaaattttt... —Digo en tono de queja.

Nos miramos unos segundos y finalmente sonríe.

—Esta bien, voy a ser positiva... —Sonrío también, señalando la taza que dejé para ella. Pero niega con la cabeza. —No tan positiva. —Arruga la nariz. —Me compro algo después cuando llegue. Mejor me voy, que si el subte o el colectivo se atrasan llego tarde.

Se levanta y pasa rápido a su cuarto por el resto de sus cosas.

Miro la hora en mi teléfono, que marca que son las 8:15am. Me apuro a terminar de arreglar mis papeles y guardar mi Laptop.

—Me voy Mai, nos vemos a la noche. ¿Te toca cocinar a vos hoy?

—No, no. A vos —Respondo llevando las cosas de regreso a la cocina.

—Ah dale. —Agarra las llaves del mueble que mis tíos nos trajeron junto a la tele. —Chau Maita, te mando mensajito para contarte. —Me da un beso en la cara.

—Sí. ¡Muchos éxitos!

— ¡Para vos también! —Grita desde la puerta.

Dos segundos después se va.

Regalame tu Sonrisa (Libro 2) Retos Al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora