VIII

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—¡Uno! ¡dos! ¡Tres! —exclamó Jimin con una sonrisa en su rostro, al mismo tiempo en que sostenía un palito de selfie en sus manos

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—¡Uno! ¡dos! ¡Tres! —exclamó Jimin con una sonrisa en su rostro, al mismo tiempo en que sostenía un palito de selfie en sus manos. Sus dos acompañantes posaban tras de él como una foto de recuero de dicho viaje.

Habían pasado dos días encerrados en el hotel hasta que pasó la lluvia y las calles fueron permitidas para circular una vez que hicieran una leve inspección para ver su seguridad. Habían vuelto a Seúl porque les fue imposible viajar a Jeju el viernes en la madrugada para volver el sábado a media noche. No podrían disfrutar así que volvieron a casa nuevamente.

Quién venía conduciendo esta vez era Yoongi porque Namjoon había despertado con un fuerte dolor de cabeza, y Jimin seguía 'inestable', según el pálido, después de lo sucedido en el hotel. Ni uno dijo palabra alguna sobre ese día.

Cada vez que Nam intentaba iniciar una conversación sobre ese día, el rubio le huía... y él no podía seguirlo solo para recibir una respuesta a sus preguntas.

Yoongi estacionó el auto enfrente de la casa del dueño del auto y él apenas bajó del auto, gritó emocionado el nombre de su mamá con un tono infantil mezclado con una pizca de pereza. La mujer salió de la casa apenas oyó el llamado de su cría y lo abrazó como si se hubiera ido un siglo.

Los mayores veían con ternura la escena desde atrás al mismo tiempo en que bajaban las maletas del cajón.

—¡Namjoon! —exclamó Heejin acercándose al de cabellos castaños y éste respondió el abrazo con un delicado beso en los labios de la femenina y leves caricias en sus cabellos. Estaban en su mundo de amor... no contaron de la mirada de Jimin.

Una que no podía describirse por completo, porque se podría decir que estaba herido, pero a la vez, había algo más... y era confundible... al menos para Yoongi quien lo miraba al rubio.

Pensó en que tal ve él se estaba imaginando cosas estúpidas y estaba entrando en paranoias por su enamoramiento con el rubio.

Jimin dio una forzada sonrisa y entró a casa, cansado, y ¿adolorido? Busco su cama y cerró sus ojos tratando de calmarse, de detener el golpeteo de su corazón... o la voz de su demonio llamando su nombre y recordando sus errores. No se dio cuenta de Min Yoongi lo siguió... pero tuvo suerte de no echarse a llorar apenas tocó el colchón de su cama o tendría que darle explicaciones a ese chico... y no le tenía tanta confianza al pálido para confesar como se empezaba a sentir por el novio de su madre.

—Tienes una linda habitación, Jimin. —El recién mencionado se había espantado al oír al dueño de aquella voz. —

—Ah... eres tú Yoon. Pensé que te habías ido a casa ya... —el pálido alzó sus hombros y sus labios formaron una línea recta. —Estoy cansado, Min... podrías volver a tu casa solo hoy. —volvió a hundir su rostro con el colchón.

—Sí... pero antes quería preguntarte algo...

—¿Qué es? —preguntó casi sin ganas.

—¿Quieres que tengamos una cita mañana? —el pálido aclaró su voz y empezó a hacerse el loco mirando a todos lados evitando el contacto visual con Jimin. —

NAMMIN || EL NOVIO DE MAMÁ 💋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora