¿Recuerdas de tu canción favorita? ¿La que cantamos esa noche...?
Si te veo de nuevo,
Te miraré a los ojos y
diré que te extrañé.
En un recuerdo extasiado
está lloviendo cuando baile sólo
Pero cuando esta niebla se despeje
estaré corriendo con mis...
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Jimin se levantó de la cama después de unos diez minutos que Namjoon lo dejó recostado en cama, pensando que no haría problemas. Justo antes de que rubio se levantara, Kim había ido a la cocina en busca de agua para calmar su sed y cansancio de haber traído al menor totalmente ebrio a su casa, claro ocultándolo de mamá porque ella apenas lo viera estaba seguro de que llamaría a Heejin, y él no quería recibir sermones por andar solapando las cosas que hace su hijo.
Jimin caminaba de un lado al otro, cayendo y volviendo a levantarse, su punto de llegada era el baño, pero era extraño que el mundo diera vuelta justamente cuando él estaba caminando hacía el baño. Estaba tan perdido que casi confunde un cesto de ropa por ser doblada con el retrete del baño, esa ropa casi fue bautizada, pero fue evitado culpa del botón de su pantalón que no podía salir.
—¡Agh, que rabia! Malditopantalón que no quiere salir —un primer hipo salió de Jimin, causa del estado de embriaguez. — ¡AAAAAAAAAAAAAAAH! —sus manos no dejaban de pelear con el botón, la puerta de la habitación de Namjoon se abrió, entrando el joven de cabellos castaños. —¡Hyuuuuuuuuung.... mi pan...--- — Namjoon cubrió la boca gritona de Jimin antes de que siguiera quejándose fuerte y su familia se despertara.
—Cállate idiota, o créeme que mi mamá se despertará y llamará a Heejin.
—Quiero hacer pipí, hyung. — murmuró como un niño pequeño avisándole a su mamá. —Mi pantalón no me deja —su labio se curveó hacía abajo y bajó su mirada fingiendo llorar de la frustración.
—Este no es el baño, Jimin. ¿Dónde ibas a orinar? —el rubio señaló el mismo cesto de ropa limpia de Namjoon. Si el pantalón del rubio no se hubiera trabado, tendría que lidiar con un montón de ropa sucia y estaba dispuesto a matar al hijo de su novia. —Kim tomó de la mano al rubio y lo guío hasta el baño, dejándolo ahí y saliendo enseguida.
—¿Hyung?
—¿Qué pasa Jimin?
—No puedo quitar el botón y el cierre de mi pantalón.
El menor estaba sonrojado, culpa del alcohol o de ver como el chico que le gustaba estaba de rodillas, frente a su torso, con las enormes manos del castaño en su pantalón.
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