𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐚 𝐦𝐢 (Concluida)

capitulo 11

Tres días pasaron en los que Víctoriano ni siquiera volteaba a ver a Inés, durante esos días Déborah bajo nuevamente a ocupar su lugar de señora en la mesa y aquello incomodaba a Víctoriano, pero no podía evitar que lo hiciera, estaba esperando a su hijo y aunque le disgustara aún era su esposa aunque lo único que compartieran fuera la mesa.
Ines también estaba muy dolida, aunque contaba con el apoyo de Diana y Constanza le hacía falta el de Víctoriano.

Dentro de la casa

—Diana ¿ya mandaron a alguien a recoger tu hermana?

—Si, ya nana, yo creo que ya debe ir en camino

—Ay ya me moría por ver de nuevo a mi Cassandra

—Se te nota, hasta me voy a poner celosa

Caballerizas de la hacienda

Loreto conocía perfectamente esa hacienda, sabía por dónde entrar sin ser visto y tenía la capacidad de moverse con toda facilidad dentro de ella por los lugares donde casi nadie de paseaba, no le fue muy difícil entrar pues al ser fin de semana el número de trabajadores que estaban era bajo, el momento de hablar con su hijo había llegado

—Buenos dias- acercándose a un peón joven- me dejaron entrar para hablar con un muchacho que se llama Emiliano Huerta ¿Sabe dónde lo puedo encontrar?

—Ah si, el Emiliano anda en las caballerizas, anda dándole de comer a los caballos

—Gracias muchacho

Loreto se dirigió ahi, estaba seguro de que el muchacho con el que habló no sospecharía nada, era joven y parecía tener poco tiempo trabajando ahí... A lo lejos pudo ver a su hijo, había llegado el momento de presentarse ante el, le iba a dar a Inés dónde más le dolía

—Emiliano- dijo a sus espaldas mientras el muchacho cerraba una caballeriza

—¿Si?- volteando

—Pero que grande estás, tienes los ojos de tu madre

—¿Lo conozco?- confundido

—No, tu a mi no, pero yo a ti si... ¡Soy tu padre pues!

La cara que puso Emiliano dejaba al descubierto su sorpresa, eso no podía ser cierto

—No señor, se equivoca, mi padre está muerto

—¿Eso te dijo Inesita? Válgame, no sabía que así se le llamaba a estar encerrado, no le basto con alejarme de ti

—¿Que está diciendo?

—Te lo voy a contar mijo, te lo voy a contar porque no puedo permitir que tú madre te siga ocultando cosas, antes de que tú nacieras ella me abandono y se oculto aquí en el hacienda, después de mucho los encontré a los dos pero tú madre y el desgraciado de Victoriano me metieron preso por un crimen que yo no cometí y todo porque son amantes

—No, eso no puede ser cierto, mi mamá no sería capaz de eso, mi mamá no pudo hacerte eso

—Claro que fue capaz, tu madre no es la mujer que tú crees, pero pregúntaselo a ella, veraz como no puede negartelo

—toda mi vida ha sido un engaño ¿Cómo pudo hacerme esto?

—Tu mamá está cegada por Victoriano Santos mijo

Emiliano empezó a recordar toda la confianza que existía entre los dos, recordó las veces que se encerraron en el despacho para hablar, recordó sus miradas y su tristeza se convirtió en rabia

—Tengo que hablar con mi mamá, tiene que explicarme

—Mijo, ven conmigo, ya no sigas en este lugar, no puedo creer que tú madre permita que seas un peón cuando ella es la amante de Víctoriano, tu no mereces eso